En lo que va de este año, los bolivianos hemos visto cómo el gobierno de Luis Arce ha desarrollado una increíble capacidad de autodestrucción, no vista en anteriores administraciones, por supuesto en la era democrática. Ha protagonizado una seguidilla de acciones, con altas dosis de efecto mediático, para mostrar iniciativa gubernamental, pero buscan comprar tiempo para llegar a 2025, año de las elecciones generales, si es que se realizan, para invadir al país de promesas, sin resolver la crisis multidimensional.
En los últimos días escuché y leí que el Gobierno se dio un tiro en el pie con el cuestionado referéndum, aunque el Ministro de Justicia afirma que Arce insistirá con la idea después del evento electoral del 1 de diciembre, pese a que dos órganos de poder aplazaron al Ejecutivo y sus preguntas tramposamente mal redactadas. No se trata de un solo tiro, son al menos ocho disparos gatillados por el propio arcismo entre febrero y agosto de este año. Seguramente se percutarán más en los próximos meses.
Los 10 acuerdos firmados con los empresarios privados el 19 de febrero quedaron en el imaginario colectivo como un saludo a la bandera. No solucionaron la crisis cambiaria, energética y alimentaria que afectan transversalmente a las clases sociales. A guisa de ejemplo, hay que recordar que nunca se llevó a cabo la subasta de diésel entre los grandes compradores y la captación de divisas estadounidenses en manos del público no cumplió la meta de $us 100 millones en Bonos BCB en dólares hasta el 31 de agosto. Se captaron $us 63 millones de personas particulares y jurídicas.
El golpe militar fallido del 26 de junio, etiquetado así por el Gobierno, o autogolpe, como lo conocen los evistas y opositores, es visto a estas alturas como una patética escenificación del excomandante del Ejército, Juan José Zúñiga, preso en la cárcel cochabambina de El Abra, y Arce “para elevar la imagen del presidente”, como dijo el temido exjefe militar y amigo cercano del mandatario, cuando era aprehendido en puertas del Estado Mayor. ¿Alguien cree que el bulo será parte de los anales de la historia boliviana?
La llegada a Bolivia, después de 15 años, del presidente brasileño y candidato a líder continental Lula da Silva, con quien Arce se reunió en Santa Cruz el 9 de julio, dejó la sensación de que fue más ruido que nueces. Juntos atestiguaron la firma de una decena de acuerdos y cartas de intenciones, presentados como un paquete de salvación económica y Bolivia, con ayuda de Brasil, estaría en el umbral para ingresar al bloque de los BRICS. Por el momento todo quedó en papeles.
Por primera vez en los cuatro años de gestión, el 16 de julio Arce invitó al Gobernador y Alcalde de La Paz a la Casa Grande para anunciar el hallazgo de un megacampo gasífero en el norte del departamento y reservas de gas por 1,7 TCF gracias a la perforación del pozo Mayaya X Centro. De inmediato, el anuncio fue convertido en propaganda oficial que superó la realidad hidrocarburífera que establece que la producción en esa área no es a corto plazo.
Los disparos en los pies también se dieron en temas de coyuntura internacional. En esa desquiciada carrera por mostrar que es más rápido que su enemigo interno, el 29 de julio Arce reconoció al tirano Nicolás Maduro como ganador de las elecciones en Venezuela. Un mes después, el chavismo no mostró actas electorales, desató una sangrienta represión y pretende aferrarse al poder a costa de la vida de miles de venezolanos. Maduro amenazó con un baño de sangre si era derrotado.
Aprovechando otra fecha importante en el calendario boliviano, el 6 de agosto, Arce propuso desde Sucre un referéndum sobre la subvención de carburantes, pese a que es parte de sus competencias como Jefe de Estado, e ilegales reformas parciales a la Constitución en dos aspectos importantes. Su planteamiento recibió un doble revés: del Tribunal Supremo Electoral y del Tribunal Constitucional prorrogado. Para salvar el evidente traspié, Iván Lima anunció que Arce insistirá con el referendo después de los comicios judiciales. ¿Lo hará?
Este disparo terminó de materializarse el 29 de agosto, cuando el Director General de INE cantó los resultados preliminares del Censo realizado el 23 de marzo, luego del paro de 36 días en Santa Cruz —entre octubre y noviembre de 2022—. La perplejidad se apoderó del país cuando se informó que 1,2 millones de habitantes no fueron registrados. Las regiones, sobre todo Santa Cruz, comenzaron a despertar del letargo y decidieron sumarse a las protestas sociales contra Arce. Se espera la autorización para una auditoría independiente que revise todo el proceso.
Y si todo lo reseñado cronológicamente te parece poco, el último día de agosto se difundió una extensa entrevista que Arce brindó a un medio español de línea editorial izquierdista, en la que afirma que el control de divisas propuesto por el Gabinete Social arcista puede convertirse en cualquier momento en la entrega obligatoria de dólares al Banco Central. Confiscación al fin y adiós a inversiones futuras. Hubo reacciones de algunos empresarios, pero en su generalidad los gremios empresariales optaron por un extraño silencio.
Las únicas medidas que le funcionaron al Gobierno en este último período es la anulación de las elecciones primarias —abiertas o cerradas— para que la prioridad sea la realización de los comicios judiciales, uno de los acuerdos de la Cumbre político-institucional convocada por el TSE el 10 de julio, aunque sus vocales se quejaron que en el cónclave nunca se habló de un referéndum como el que Arce propuso el 6 de agosto. Una de las típicas maniobras de la actual administración.
También acertó con el ingreso de Bolivia al Mercusor, en calidad de miembro pleno, con lo que se abre un gigantesco mercado que puede mejorar la competitividad de la industria boliviana, sobre todo aquella ligada a los agronegocios y generar condiciones ventajosas para los bolivianos en los países del bloque americano.
Volviendo a los disparos que se plantó el propio Gobierno, como se puede evidenciar es una ráfaga en los pies. Entonces, surge la pregunta si la conducta errática de la administración de Arce y su entorno es porque no aprendieron nada en casi cuatro años de gestión o es la manera de ir ganando tiempo para que al filo del período de gobierno se activen medidas que apunten al prorroguismo del Ejecutivo. Es una hipótesis que cobra fuerza en ámbitos políticos, sobre todo oficialistas.
Sin embargo, el 2 de septiembre, en el centro de la ciudad de La Paz se produjo un disparo inesperado, uno que impactó cerca de la sien del Gobierno. Salió de las fuerzas policiales represivas en contra de los Ponchos Rojos afines al evismo, a quienes reprimieron violentamente con gases lacrimógenos y balines para proteger la sede de la Federación de Campesinos controlada por los Ponchos Rojos del arcismo.
Ese disparo puede haber herido de muerte los planes políticos (prorroguistas) del gobierno de Arce porque se trata de un sector experto en acorralar y tumbar gobiernos. Saben cómo alfombrar de piedras las carreteras, evitar el ingreso de alimentos a las grandes ciudades del occidente y mantener los conflictos hasta que los gobiernos se agoten. Puso al frente a un poderoso adversario político, logístico y de mucha influencia en el occidente del país. ¿Qué harán Arce y su entorno para aplacar la furia de los Ponchos Rojos y sus anuncios de cerco a la sede de gobierno? ¿Seguir los pasos del tirano venezolano Nicolás Maduro y adelantar la Navidad por decreto? ¿Tal vez el Carnaval? El gobierno de Arce sobrevive con medidas de golpe de efecto mediático.
El presente artículo es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Encontrados con Gonzalo Rivera
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