Los ingresos de la estatal boliviana cayeron un 10,6% en 2024, alcanzando apenas la mitad de lo percibido en 2014. La compañía enfrenta una disminución en la renta hidrocarburífera y una caída en la producción.

Los ingresos de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) experimentaron una significativa disminución en 2024, alcanzando 4.422 millones de dólares, lo que representa una caída del 10,6% en comparación con 2023. Esta cifra, que refleja una tendencia descendente en los últimos años, es apenas la mitad de los ingresos registrados en 2014, durante el auge de los precios de los hidrocarburos, cuando la empresa alcanzó los 8.809 millones de dólares.

En 2021, YPFB obtuvo 4.965 millones de dólares, mientras que en 2022 y 2023 los ingresos fueron de 5.987 millones y 4.951 millones de dólares, respectivamente. La caída de los ingresos se atribuye en gran medida a la baja producción y la caída de los precios del gas natural, especialmente con la disminución de las exportaciones a mercados clave como Argentina y Brasil.

A pesar de esta reducción, YPFB ha proyectado ingresos de 4.523 millones de dólares para 2025. Sin embargo, el panorama sigue siendo incierto, con una caída proyectada en la renta hidrocarburífera, que se espera que descienda de 1.635 millones de dólares en 2024 a 1.502 millones en 2025.

La caída de los ingresos también refleja los desafíos enfrentados por Bolivia en la comercialización de gas natural. Desde 2016, las exportaciones han disminuido debido tanto a la caída de los precios como a la reducción de la producción. En 2023, Argentina, el principal comprador, canceló anticipadamente el contrato de compra-venta de gas, mientras que Brasil ha reducido significativamente su demanda.

YPFB también ha obtenido ingresos por la venta de urea y carburantes, pero los costos de transporte, compresión y almacenaje, así como los costos asociados con los contratos de operación, continúan afectando su rentabilidad.

En cuanto a la rentabilidad, la utilidad neta de YPFB en 2023 alcanzó los 418,3 millones de bolivianos, un incremento del 24,5% en comparación con 2022. No obstante, el futuro de la estatal sigue siendo incierto, con una renta hidrocarburífera a la baja y la necesidad de un cambio en la estrategia de comercialización y producción para enfrentar los desafíos que presenta el sector petrolero en Bolivia.