Más de 500 policías y militares ingresaron la noche del jueves a Llallagua, norte de Potosí, donde fueron recibidos entre pañuelos blancos, aplausos y la bandera nacional por una población que vivió días de tensión y violencia. La caravana de más de 60 vehículos, encabezada por tanques militares, trajo esperanza a los vecinos tras casi dos semanas de cerco por parte de sectores evistas.
El recibimiento fue emotivo. “Con nuestros hermanos militares, la policía y la población estamos más fortalecidos”, dijo un jefe policial ondeando la bandera boliviana. Una vecina, con lágrimas, expresó: “Siempre pedimos la paz”, mientras agradecía a los uniformados por devolver la tranquilidad. La gente salió a las calles para saludarlos mientras pasaban los vehículos blindados que despejaban las rutas bloqueadas con piedras y tierra.
Este respaldo popular surgió tras jornadas marcadas por el miedo, los saqueos y la escasez. Ante la ausencia del Estado, los vecinos habían levantado barricadas, organizado ollas comunes y se enfrentaron al temor de ataques. La llegada del contingente representó para ellos una garantía de resguardo y una señal de que, al fin, el Estado tomaba el control del conflicto.
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