El presidente argentino calificó su aprobación como un “golpe institucional” y apuesta todo al superávit fiscal en medio de tensiones con gobernadores y aliados

El presidente Javier Milei vetó este sábado dos leyes aprobadas por mayoría opositora en el Congreso argentino: una que otorgaba un aumento del 7,2% a las jubilaciones y otra que declaraba la emergencia en discapacidad, con mayor asistencia estatal. Ambas habían sido impulsadas el pasado 10 de julio, y desde entonces el mandatario aseguró que afectaban el superávit fiscal, su principal bandera de gestión.

Milei denunció que la aprobación fue un “intento de golpe institucional” por parte del kirchnerismo, y el veto se hará efectivo desde este lunes, cuando el decreto presidencial sea publicado en el Boletín Oficial.

La ultraderecha, con minoría legislativa, deberá ahora conseguir al menos 86 votos para evitar que la Cámara de Diputados revierta el veto con una mayoría de dos tercios, como establece la Constitución. Pero el panorama no es favorable: Argentina entra en una fase decisiva rumbo a las elecciones legislativas, y Milei ha quebrado relaciones con casi todos sus apoyos parlamentarios.

Los gobernadores no peronistas, que antes le garantizaron gobernabilidad, ahora se organizan electoralmente. Entre ellos figuran radicales, peronistas no kirchneristas y un representante del PRO, el partido fundado por Mauricio Macri.

Uno de los puntos más polémicos fue la forma en que Milei modificó el sistema de actualización de pensiones, reemplazando la fórmula anterior por una basada únicamente en la inflación. Sin embargo, ignoró el 20,6% de incremento del IPC de enero de 2024, generando un ajuste encubierto sobre los ingresos de los jubilados.

La estrategia, conocida como “licuadora”, permitió a Milei alcanzar el superávit fiscal durante el primer trimestre, aunque a costa de recortes sensibles en gasto social. La aprobación de las leyes vetadas fue, para el Gobierno, una derrota política significativa, que intentó frenar incluso con acusaciones de ilegalidad contra el propio funcionamiento del Senado.

El presidente también cargó contra su vicepresidenta, Victoria Villarruel, a quien llamó “traidora” por no impedir el avance legislativo. La tensión dentro del oficialismo crece, al tiempo que los opositores acusan a Milei de haber conseguido el superávit con fondos provinciales y paralizando por completo la obra pública.

La pulseada por las leyes vetadas se convierte así en un nuevo episodio de alta tensión política, con el Gobierno jugándose su relato fiscal en medio de un país agitado y polarizado. El País.