El 2024 marcó la finalización del auge económico de inicios del milenio. El boliviano se depreció y la gasolina y diésel escasean. Un supuesto Golpe de Estado empeoró la situación.
En un informe del año pasado, el Banco Mundial destacó a Bolivia como una de las tres economías con mejor proyección de crecimiento económico de la región.
Pero, al culminar este 2024, el país enfrenta su peor crisis en décadas; a la falta de inversión privada, la ausencia de nuevas fuentes de hidrocarburos, el desempleo y la informalidad, se sumaron, como no se veía en años, elevados niveles de inflación y la persistente escasez de dólares y combustibles.
LA CHISPA
En los hechos, la inflación fue subiendo paulatinamente a lo largo del 2024, pero esta subida experimentó una aceleración desde agosto, y muchos relacionan este fenómeno con lo que ocurrió en junio en La Paz.
El 26 junio, un día después de su destitución como jefe del Ejército boliviano —por declaraciones que incluían su posición en contra de la reelección de Evo Morales— el general Juan José Zúñiga encabezó una ‘toma’ de la Plaza Murillo y del Palacio Quemado, acompañado de soldados y vehículos militares, en lo que fue calificado como un “intento de golpe de Estado».
Como se evidenciaba en redes sociales, la situación se mostraba extrañamente calmada. Luego de unas horas, se anunció el fracaso de la acción. Una vez replegadas las unidades ‘golpistas’, Zúñiga fue arrestado. Mientras era escoltado, el militar acusó a Luis Arce de montar el intento de golpe para «levantar su popularidad».
“El día domingo, en el colegio La Salle, me reuní con el Presidente y el Presidente me dijo que ‘la situación está muy jodida, esta semana va a ser crítica. Entonces es necesario preparar algo para levantar mi popularidad’”, aseguró el General frente a las cámaras.
Lo que siguió fue el recrudecimiento del ya difícil panorama: pocos y caros dólares, numerosas filas por combustibles y crecientes precios en los mercados.
Para noviembre, indicaban datos del BCB, la tasa anual de inflación alcanzó el 9.5%.
ACCIONES
Si bien el Gobierno adoptó un conjunto de 10 medidas junto al empresariado nacional. Entre ellas la liberación de las exportaciones bolivianas y la emisión de bonos del Banco Central de Bolivia (BCB) en dólares; esto no cambió el panorama. La cotización oficial del dólar es de 6.96 bolivianos, pero en el mercado paralelo el dólar oscila entre los 10.50 y los 12 bolivianos.
A mediados de año, la Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban) emitió un pronunciamiento en el que confirmó que las exportaciones son la “única fuente” de ingresos de dólares y que estos debían ser administrados con prudencia. “La banca está preocupada por la situación y por las continuas aseveraciones sobre los saldos de moneda extranjera en bóvedas, que solo cubren parcialmente los depósitos en dólares estadounidenses y requieren ser administrados prudentemente”, señalaba el comunicado.
LAS GRIETAS DEL MODELO
Hay otros factores de fondo que detonaron esta situación en Bolivia. El auge económico experimentado en la primera década del milenio se sostuvo principalmente en las exportaciones de gas. Desde el 2006 hasta el 2013, todos los años menos uno el país tuvo superávit.
Esto cambió el 2014, gestión que inició una racha de déficits fiscales consecutivos, que empeoró el 2023, gracias a la caída de la exportación de gas, y llegó a su peor momento este 2024.
Con cada vez menos ingresos por este recurso, el Gobierno recurrió a las reservas internacionales (en dólares) para subsidiar, principalmente, el precio del combustible.
Como explicó Gabriel Espinoza, analista económico y ex director del Banco Central de Bolivia (BCB) a Infobae, la debacle de la industria petrolera provocó que el BCB dejara de proveer dólares al sistema financiero “porque sus reservas internacionales líquidas estaban agotadas”.
Estas —15.000 millones de dólares en 2014— hoy apenas superan los 2.000 millones, de los cuales, solo 121 son líquidas.
Una consecuencia, añadió, los bancos se vieron obligados a limitar las transacciones en esa moneda y comprar dólares de los exportadores a una cotización mayor.
“Lo que siguió después fue una bola de nieve: progresivamente los bancos empezaron a restringir los giros internacionales, las transacciones digitales en dólares y pusieron límites cada vez más estrechos para los retiros en efectivo”.
Esto generó la aparición de un mercado negro (donde el cambio es hasta 60% mayor que el oficial del dólar) y la devaluación de la moneda nacional.
Intentando mantener más divisas en suelo boliviano, desde el año pasado se limitaron los retiros bancarios de moneda extranjera y las compras con tarjetas de crédito o débito en dólares. Esto tampoco tuvo un efecto aliviador.
El presidente Luis Arce culpa al bloqueo de créditos en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), argumentando que los dólares están saliendo cada vez más al exterior por el pago de la deuda externa.
Según él, el 2023 se pagaron 1.490 millones de dólares, pero solo 1.126 por desembolsos de nuevos créditos fueron recibidos, dejando 364 millones netos negativos. “Cuando dicen ‘¿dónde están los dólares?’, ahí están los dólares, estamos pagando más afuera de lo que recibimos por la asfixia y bloqueo en la ALP”, explicó el mandatario.
Y considerando la inhóspita atmósfera propiciada por los conflictos políticos, la inversión extranjera que podría ayudar a inclinar la balanza está virtualmente descartada.
///OPINION///
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