El primer ministro sirio, Mohamed Ghazi al-Jalali, declaró el domingo que no sabía dónde se encontraban Asad ni el ministro de Defensa. En una entrevista con la cadena de televisión saudí Al-Arabiyya, temprano el domingo, informó que había perdido comunicación con ellos el sábado.
El gobierno sirio cayó la madrugada del domingo y con ello terminaron 53 años del dominio de la familia Asad en el país, tras una repentina ofensiva rebelde que avanzó rápidamente por territorio controlado por el régimen y llegó a la capital en solo 10 días.
No existe claridad sobre qué o qué grupos detentan el poder en qué regiones de Siria, con temores sobre una posible desarticulación del Estado, similar a la situación en Libia, que tras la caída de Gadafi se dividió en regiones dominadas por diferentes grupos políticos o étnicos.
La televisión estatal siria transmitió un video en el que un grupo de hombres anuncia que el presidente Bachar al Asad había sido derrocado y que todos los detenidos en las cárceles fueron liberados, dijo Associated Press.
El hombre hizo un llamado a todos los combatientes de la oposición y a los ciudadanos para preservar las instituciones del estado de la “Siria libre”, es decir evitar saqueos y violencia innecesaria.
El primer ministro sirio, Mohamed Ghazi al-Jalali, declaró el domingo que no sabía dónde se encontraban Asad ni el ministro de Defensa. En una entrevista con la cadena de televisión saudí Al-Arabiyya, temprano el domingo, informó que había perdido comunicación con ellos el sábado por la noche.
Asad gobernó Siria desde el año 2000, en un régimen que durante la mayor parte de ese tiempo gobernó con métodos de terror. Sucedió a su padre, Hafez al Asad, quien tomó el poder en 1971 y también gobernó dictatorialmente.
Bachar al Asad casi no recibió ayuda en esta crisis de ninguno de sus aliados. Rusia está ocupada con su guerra en Ucrania. Hezbolá en el Líbano, que en su momento envió miles de combatientes para apuntalar las fuerzas de Asad, ha sido debilitada por un conflicto de un año con Israel. Por su parte, Irán ha visto cómo sus aliados en la región han sido degradados por ataques aéreos israelíes regulares.
El sábado, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, publicó en redes sociales que Estados Unidos debería evitar involucrarse militarmente en Siria. Paralelamente, el asesor de seguridad nacional del presidente Joe Biden declaró que la administración no tenía intención de intervenir allí.
Se espera que todas las partes en conflicto se reúnan en Ginebra, Suiza, para que un acuerdo promovido por NNUU establezca los primeros pasos de la normalización de la vida en Siria, algo que sin duda será complejo considerando la cantidad de grupos en pugna varios de ellos opuestos entre sí.
Tras la caída de los dictadores Ben Ali en Túnez y Hosni Mubarak en Egipto, la Primavera Árabe floreció en Siria en marzo de 2011 y la caída de Asad parecía inevitable, pero el régimen controló Damasco, la capital, y una buena porción del territorio nacional. Ahora, 13 años después, su caída fue sorprendentemente rápida.
Alegría
En el camino que lleva desde Idlib a Damasco, la autopista M5 que une Siria de norte a sur, la alegría por la caída del gobierno de Bachar al Asad es algo que “no se puede describir”, un trayecto que esta jornada fue seguido por miles de personas que emprendieron esa ruta para ver a la histórica ciudad “libre” de un gobierno al que detestaban.
En Homs, que hasta el sábado era frente de combate entre las tropas del régimen y los rebeldes islamistas del Organismo de Liberación del Levante (HTS en árabe), cientos de personas coreaban esta mañana y celebraban con los combatientes del grupo en el centro de la ciudad.
Familias enteras, mujeres y niños festejaban en las calles tras el anuncio emitido en la madrugada de que Asad había huido del país y que las milicias de la coalición antigubernamental, compuesta por islamistas y otros grupos proturcos, habían tomado la capital, cerrando así los 53 años de gobierno de la familia Al Asad en Siria.
Antes, en la ciudad de Hama, más al norte y que cayó la semana pasada bajo el control de los rebeldes, Mohamed al Hamwi, de 35 años, no podía describir “la alegría que siente”, ante la nueva situación de su país, del que solo pudo desear que ahora “las condiciones de vida mejoren”.
“No puedo describir la alegría que tuvimos cuando entraron los revolucionarios en la ciudad de Hama y la liberaron, y esto fue algo inesperado. No puedes imaginar lo atados que estábamos y el horror que vivíamos cuando sólo se mencionaba a una persona de la familia de Al Asad”, dijo a EFE este empleado en el sector textil.
La declaración se dio a conocer horas después de que el líder de un observatorio de guerra de la oposición siria indicara que Asad había abandonado el país hacia un lugar no revelado, huyendo ante el avance de los insurgentes que afirmaron haber ingresado a Damasco tras un avance notablemente rápido en todo el país.
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