Andrés Gómez es periodista y abogado.

Hace 200.000 años nació el homo sapiens sapiens en África. Hace unos 30.000, llegó a América. Hace 3.500 años, se expandió como viscachanis, wankaranis, chiripas y tiwanacotas. Hace 2.025 años, nació Cristo. Hace 1.500 años, el homo sapiens se encarnó en umasuyus, aullagas, lupacas, hatuncollas, ayaviris, canchis, carangas, charcas, chichas, lari-laris, pacajes, quillacas. Hace 1.500 años, floreció en los incas. Hace 493 años, arribó vestido de español, descendiente de tartessos, iberos, celtas, fenicios, vándalos, suevos, alanos, romanos, visigodos, árabes. Hace 199 años con cinco meses, esa mezcla genética fundó Bolivia. Hace 200 será en agosto.

Nuestra energía no sólo está en los 200 (que es una pestañeada en la historia de la humanidad), sino en la diversidad. Esa diversidad mestiza fundó Bolivia. Esa energía esculpió con sinergia la nación sobre las raíces de la diversidad de más de 36 pueblos. Esa energía consolidó un único apellido que nos identifica como familia: boliviano.

La diversidad es nuestra fuerza porque hace fluir el intercambio de saberes, de productos y de culturas. Ha sido y es la causa de nuestra interculturalidad. Es el mástil de la bandera que nos cohesiona: la tricolor. Es la fuente de los símbolos multicolores que pintan nuestras vidas cada día. 

En el año 200, esa historia multicolor debe proyectar que ninguna persona, por más poderosa que sea, tiene el derecho de imponer su pensamiento a una colectividad ni la colectividad, a esa persona (diría John Stuart Mill). Esta filosofía de vida sembrará la autonomía individual y el pensamiento analítico/crítico/creativo. Pensamiento analítico para sacudirnos de mitos perniciosos y dejar de culpar a otros de nuestro subdesarrollo. Pensamiento crítico para que nuestro ser boliviano grite a la historia: “soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma” (escribiría William Ernest Henley). Pensamiento creativo para mirar el pasado por el retrovisor y limpiar el parabrisas para ver y crear el horizonte. Imposible avanzar sólo mirando el retrovisor. Imposible llegar a destino sólo mirando adelante. Imposible llegar al futuro queriendo reconstruir el pasado. 

En el futuro 200, urge desarrollar nuestra naturaleza colaborativa para mirar de frente a todas las naciones y sostener la mirada sin complejos. No para desafiarlas ni quejarnos, ni compararnos, sino para beber de sus conocimientos y para dejar que beban de los nuestros. Los pueblos han avanzado aprendiendo de otros pueblos. El conocimiento no nace de la nada, sino del intercambio sin fronteras.

En el año 200, necesitamos productores de conocimientos, no sólo de alimentos, ropa y otros bienes. Significa invertir en la educación de nuestro mayor tesoro: los cerebros de nuestros niños y jóvenes. Cerebros que harán ciencia y tecnología. Cerebros que serán productores de conocimientos y transformarán los recursos naturales en riqueza. Cerebros que crearán inteligencia artificial para resolver problemas cotidianos. Cerebros potenciados por la neurociencia que les dirá cómo mejorarse así mismos a través de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

En el futuro 200, necesitamos productores de riqueza, no sólo distribuidores de riqueza. Si no producimos riqueza, ¿qué riqueza vamos a distribuir? Esos productores dinamizarán la economía de libre mercado. De ninguna manera, un mercado dictador. De ninguna manera, un Estado opresor como antídoto para frenar al mercado dictador, sino un Estado con un sistema de pesos y contrapesos. Nunca un Estado como instrumento de un partido político contra la sociedad. Sí un Estado como garantía del individuo frente a un gobierno que administra temporalmente los recursos públicos.

En el futuro 200, requerimos salud para cuidar cerebros. Cada persona es lo que es su cerebro. Si éste es cuidado desde el momento de su concepción, es casi seguro que su coeficiente intelectual será alto. El derecho a la salud no se limita a un hospital, se expande a necesidades materiales, afectivas, fisiológicas y espirituales satisfechas. Las condiciones satisfechas moldean personas propositivas y potencian cerebros. Este círculo virtuoso estrecha de forma más significativa los vínculos sociales y afectivos profundos de las familias y la comunidad. Vínculos esenciales para la felicidad.

De ninguna manera, en el futuro 200, creer que la educación acabará con los conflictos. No. Los conflictos son parte de la naturaleza humana. Los conflictos ayudan a descubrir problemas, a corregirlos y a avanzar. Sin embargo, la educación puede facilitar las soluciones a través de la justicia. La justicia necesita mujeres y hombres justos, no sólo abogados, en los tribunales. Los justos no pueden ser elegidos por voto, cuyo sustrato es la emoción, sino mediante un proceso psicológico y neurojurídico.

En el futuro 200, hay que tener una burocracia calificada. Prescindir de la caterva de militantes que por el simple hecho de haber escrito el nombre de un político en las paredes se creen con derecho a tener un cargo en el espacio público. Denominarlo “servidor público” no garantiza honestidad. La honestidad vence pruebas exigentes y acepta ser vigilada y escrutada por ojos públicos sobre asuntos públicos.

En el futuro 200, es un imperativo consolidar la democracia como sistema de vida, no sólo como sistema político. Sin democracia, casi imposible cristalizar los puntos señalados en este ensayo. Democracia es pacto entre diferentes. Es consenso para conectar las neuronas cooperativas de las personas como seres sociales. Es ceder en intereses para que entre todos logremos el bien común; por ejemplo, un medio ambiente sano. Democracia es reglas morales y éticas. Democracia es límite al poder. Democracia es Estado de Derecho. Democracia es República. Democracia es gobierno de la ley, no sólo voto. Democracia es libertad. Libertad es decir sí o no (escribiría Antonio Machado). Libertad es mantener despierto el espíritu indomable ante cualquier tiranía. Democracia es igualdad, no para borrar diferencias naturales, sino para borrar las diferencias artificiales creadas por poderes fácticos con el fin de  obstaculizar el crecimiento de la humanidad.

Hace 199 años con cinco meses nació Bolivia. En agosto cumplirá 200. En el año 200, la felicidad debe ser un derecho materializable. Debe acabar el invierno de casi 20 años. Debe llegar una larga primavera. Luego, un verano que baje las cortinas de hierro que aislaban a unos a vivir en mundos distintos siendo parte de un solo país. Paralelamente, una intensa lluvia bendita que disuelva prejuicios. Prejuicios que los peores políticos han usado para obligar a unos bolivianos a apretar el gatillo y a tirar la dinamita contra otros bolivianos creyendo que sus manos no iban a quedar ensangrentadas. No lo han logrado, sus manos están ensangrentadas. 

Hace seis millones de años comenzó nuestra historia como especie. Hace 200 años, Bolivia nació como un sueño mestizo y multicolor. Hoy, somos los herederos de ese sueño y los responsables de su porvenir. Hagamos de nuestro Bicentenario el punto de partida para una nueva era de unidad y prosperidad.