El término duchita lo aprendí del Santi y fue incorporado rápidamente a nuestro diccionario. Con él nos referimos a personas que son expertas en algo y les gusta demostrarlo. Entonces cuando, por ejemplo le pregunto: ¿cómo te fue en el partido? Y él me responde: “bien pa, solo había un duchita”; entiendo perfectamente a lo que se refiere.
Bueno eso: duchita.
Las crisis de balanza de pagos no son algo nuevo en nuestra región y menos en nuestro país, Bolivia. Fueron, casi casi, recurrentes en el siglo pasado, sobre todo en la segunda mitad de él. Este tipo de crisis tiene varias caras, pero la que más interesa a la gente es su cara menos apetecida: la ausencia de dólares.
Ante dicha falta de dólares, nuestros gobiernos en el siglo pasado (y también en éste) aplicaron medidas de dudosa calidad: 1) control de capitales; 2) restricción de importaciones e; 3) incremento de aranceles. Dicho de otra manera: 1) usted ya no es libre de comprar y vender dólares; 2) no puede importar el celular que le gusta tanto o suscribirse a Netflix y; 3) le suben los impuestos a la importación de aquellos bienes que un burócrata del Estado considera que no son esenciales, por ejemplo, un lindo pantalón “de marca”.
En este mundo sin dólares la economía comienza a sufrir y los “cuculis” de la recesión asoman su cabeza en la puerta de entrada. Ante ello, el Gobierno tiene la riesgosa tentación de aplicar políticas keynesianas… que podrían abrir completamente la puerta a ese cuculi. Veamos cómo funciona esto.
Usted tiene una pequeña panadería y ve que los empleados no están felices, la crisis económica, los precios que suben y la cercanía de navidad hacen que todos estén tristes y esas empanaditas tan ricas, que caracterizan a su empresa, cada vez tienen menos sal. Como dice mi mami: “debo estar triste, porque la comida no tiene sal”.
Usted decide levantar el ánimo de sus empleados y anuncia que les dará un doble aguinaldo en la forma de cupones, pero como usted tampoco pasa por su mejor momento económico, les pide a sus empleados que utilicen sus cupones comprando cosas de la tienda de su compadre. ¿Por qué de su compadre? Porque usted acordó con él que pagará esos cupones en cuotas de doce meses… así usted adquiere una deuda con su compadre.
Todo parece bien, las empanadas tienen sal, sus empleados están felices y todo parece magia… porque usted solo tuvo que imprimir cupones. El problema surge cuando se entera que muchos empleados utilizaron sus cupones para comprar celulares y ropa en la tienda de su comadre. ¿Por qué es un problema? Porque después de navidad llega su comadre y le da la ingrata noticia que usted debe pagarle los cupones en dólares, dado que sus empleados bandidos adquirieron celulares chinos y ropa china americana. A usted no le queda otra que desmayarse.
De forma muy forzada ese ejemplo refleja el problema. Cuando el gobierno sube el gasto imprimiendo billetes (políticas keynesianas) en un mundo sin dólares (crisis de balanza de pagos); el gobierno podría estar avivando la falta de dólares, porque la gente con esos nuevos billetes no tiene mejor opción que: 1) aumentar las importaciones o, peor; 2) intentar convertir esos billetes a dólares. El remedio fue peor que la enfermedad. Esta es una de las razones por la que usted escucha muy a menudo que el gobierno debería bajar el gasto, dado que así disminuiría lo que los economistas duchitas llaman “la presión sobre el tipo de cambio”; o, utilizando el ejemplo anterior, que sus empleados dejen de comprar cosas chinas de la tienda de su comadre.
Latinoamérica (incluida Bolivia) en el pasado navegaron por estas aguas y dilemas de política económica. ¿Cuáles fueron las recetas que funcionaron? Entre otras, liberalizar el tipo de cambio, contraer el gasto, fomentar las exportaciones y poner “velas” a muchos santos para que suban los precios de aquellos bienes que se exportan. En pocas palabras: lo que funcionó, dolió mucho.
Tengo amigos ultraliberales que desearían regresar al llamado patrón oro. Eso, mis amigos, será motivo de otro post.
Por: S. Mauricio Medinaceli Monrroy
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