Por: Cynthia Durán G.

Escribo esta columna de madrugada con Chatito, mi perro rescatado en El Alto hace nueve años, roncando a mi lado. Cuando lo encontré se hicieron cadenas de oración para que sobreviva, y desde entonces se volvió un ejemplo de vida que me acompaña siempre.

Ah, y seguramente les llamará la atención el título de esta columna. Les confieso: es una frase que me dijo una vez mi mejor amiga, Mimi, y que a veces utilizo cuando sé que alguien no estará de acuerdo con lo que digo. Soy honesta, me puede sacar del paso, pero también me recuerda que no todos pensamos igual y que, aun así, la conversación debe continuar.

Y mientras tanto, el país late con incertidumbre. Escasean dólares, falta diésel, los precios suben y la política nos tiene en vilo con un balotaje que enfrentará a Tuto Quiroga y Rodrigo Paz el próximo 19 de octubre. No sabemos qué camino tomará Bolivia. Y sin embargo, esta noche, aunque sea por un instante, encontramos un respiro: la Verde venció a Brasil en Villa Ingenio y nos regaló la posibilidad de soñar con un repechaje.

Por cierto, no soy periodista deportiva ni pretendo serlo. A veces hasta me da sorojchi cuando debo estar en el aeropuerto de El Alto por algún viaje. Y aunque amo profundamente a mi país y a su gente, esa experiencia me recuerda lo mismo que vimos en Villa Ingenio: que en la cancha todos somos iguales. Los gigantes también se doblan ante la altura, así como nosotros lo hacemos frente a temperaturas extremas en otros rincones del mundo.

La justicia, por su parte, ha mostrado movimientos inesperados. En las últimas semanas vimos al gobernador Luis Fernando Camacho salir de Chonchocoro, como también al exlíder cívico Marco Antonio Pumari. Se dictó además la primera sentencia de biocidio en El Alto: cinco años de cárcel por la muerte de un animal, un hecho inédito en Bolivia. Y, como si fuera poco, el caso que más sorprendió: Arturo Murillo, que pasó de ser senador con Áñez a ministro de Gobierno en su administración, terminó preso en Estados Unidos durante cuatro años y hoy enfrenta procesos en Bolivia, durmiendo en una celda del penal de San Pedro. La historia política de nuestro país se escribe también en esas paradojas.

Y sí, incluso en medio de estas turbulencias, hay gestos pintorescos que nos recuerdan que la política tiene un costado humano. JP Velasco, candidato a la vicepresidencia por la alianza Libre, prometió ante nuestras cámaras que se afeitaría la barba si Bolivia lograba llegar al repechaje. Lo dijo en tono fresco, quizás incrédulo, pero lo cierto es que la promesa quedó grabada. Y en un país cargado de compromisos incumplidos, hasta las pequeñas promesas tienen valor.

Hoy Bolivia vive entre la esperanza y la crisis. Entre la ilusión que despierta una victoria deportiva y la dura realidad de una economía frágil, entre los pactos políticos que buscan frenar la guerra sucia y los expedientes judiciales que cambian la vida de líderes y exministros. El país se mueve entre contrastes que desconciertan, pero también entre señales que nos obligan a creer que el rumbo aún puede corregirse.

Quizás entre gustos y colores no hayan escrito los autores. Pero entre crisis y paradojas, sí estamos escribiendo nuestra historia.

Grupo de WhatsApp

Cynthia Elizabeth Durán Gutiérrez
Directora Ejecutiva de El Popular Bolivia (Bolivia, Miami y Paraguay), periodista y activista en defensa de los animales y el medio ambiente.