Claudia Soruco
Reportaje ganador del fondo concursable convocado por la Asociación de Periodistas de La Paz
Tan solo escuchar la palabra cáncer genera pánico en cualquier persona. Y aunque muchos también ven lejana la posibilidad de ser diagnosticados con esta enfermedad, la alerta debe activarse porque expertos en química y medicina confirman la presencia de metales pesados altamente tóxicos y cancerígenos en fuentes de agua de La Paz, El Alto y Viacha.
La extracción minera, la industria, las empresas clandestinas y los desechos de humanos y animales en cercanías de las tres urbes y ríos que las atraviesan han generado una crítica situación para la salud pública. Con estudios y casos, se detectó que fuentes de agua para el consumo de las personas y para el riego de productos agrícolas tienen presencia de mercurio, arsénico, cobalto, níquel y plomo, todos altamente tóxicos y cancerígenos.
La Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y otras instituciones independientes realizan permanentes estudios científicos sobre la calidad de agua en las urbes mencionadas y sus cercanías, estos confirmaron la presencia de metales y sustancias toxicas para el ser humano que llegan incluso a los cultivos agrícolas, como es el caso de Río Abajo.
“En El Alto se bota mucha cantidad de metales y no metales. Hay cargas elevadas de cadmio, plomo, cobalto. Y hay curtiembres que hacen el tratamiento de curtido de la piel con una sustancia química que se llama dicromato de potasio, ahí se genera un ion metálico que es el cromo+6 (Cr6+) que es extremadamente cancerígeno. A ese cromo hay que hacerle un tratamiento químico para reducirlo, pero no se lo hace y se lo bota tal como está al agua, a los ríos cercanos y se va a ir dispersando y en algún lugar alguien lo va a consumir. Y esto pasa todos los días. Por eso el riesgo”, detalla el experto y director de la carrera de Ingeniería Química de la UMSA, Jorge Vásquez.
La International Agency for Research on Cancer (IARC) incluyó en el Grupo I (Agentes carcinógenos en humanos) al arsénico, berilio, cadmio, cromo y níquel. Circunstancias de exposición clasificadas en el mismo grupo son la producción de aluminio y la fundición de hierro y acero. En el caso del mercurio, no hay pruebas científicas en Bolivia que determinen casos específicos de haber producido cáncer, sin embargo, en países como España pruebas epidemiológicos analizaron la mortalidad o la incidencia del cáncer y su relación con la exposición laboral de mineros con el mercurio.
Levantamientos y resultados científicos
En mayo de 2023, la investigación “Conflictos ambientales en la microcuenca Hampaturi” en La Paz, realizada por especialistas en hidroquímica del instituto de Investigaciones Químicas de la UMSA estableció que en los cuerpos de agua del sector había presencia de metales pesados como zinc, arsénico, hierro, manganeso y cobre además de sulfatos, bicarbonatos y cloruros.
“Lo que hemos hecho es evaluar cationes y aniones mayoritarios que son para evaluar modelos hidroquímicos que serían sodio, potasio, calcio, magnesio, además de aniones serían como que sulfato, bicarbonato, cloruro y además de como oligoelementos que básicamente son o metales pesados: hierro, manganeso, cobre, zinc y arsénico”, señaló a los medios Rommel Aruquipa, químico de la UMSA.
Es importante mencionar que este sector donde se identificaron estos elementos y metales pesados está ubicado a la salida de la ciudad de La Paz, en la carretera que conecta a los Yungas y a pocos kilómetros de la represa de Incachaca, que abastece de agua potable a la Zona Este y a la Zona Sur de la urbe paceña. En cercanías de esta microcuenca también se registra una importante cantidad de actividad minera.
Waldo Vargas, ingeniero civil y docente de la UMSA dio a conocer que, en octubre de 2023, justamente docentes y estudiantes de la carrera de Ingeniería Civil encaminaron un estudio en el sector de Hampaturi y corroboraron esta presencia de metales pesados. “Hay incumplimiento de calidad de normas. Y nos es posible que en una fuente de agua tengamos actividades extractivas como la minería que desecha este tipo de metales pesados y la planta de tratamiento cercana a la zona no está diseñada para separar esos metales pesados, así que el riesgo para nosotros es latente”, dijo.
Ya desde el 2017, el Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB) viene advirtiendo de este riesgo potencial en el agua y por tanto en la salud pública. En el caso de El Alto, por ejemplo, el investigador Óscar Campanini confirmó la presencia de contaminación por la minería y otras actividades en las aguas abastecidas de la represa Milluni y su embalse que abastece a la urbe alteña y parte de La Paz.
“El drenaje ácido que expulsa Milluni contiene sedimentos de casiterita, siderita, pirita, blenda, cuarzo, arsenopirita, marcasita, pyrrotita, galena, wolframita, etanita, hermatina, apatita, calcopirita, esfalerita; presencia de cadmio, zinc, arsénico, cobre, niquel, plomo y estaño; además de ph (acides y alcalinidad) de 2,8 a 2,4 en Milluni Chico y de 3 a 2,7 en Milluni Grande, que está por encima de los niveles permitidos”, sostuvo. Señaló que estos elementos contaminantes también son producto de los resabios que dejó la mina Milluni, que detuvo sus operaciones hace más de 35 años, pero sigue generando impactos ambientales como efecto de los residuos pasivos.
En el caso de Viacha, el director de la carrera de Química de la UMSA, detalló la presencia alarmante de cianuro, altamente tóxico y usado cada vez más para las operaciones mineras. “Hacen acomplejamiento con cianuro, pero luego no se hace una recuperación adecuada y se infiltra en la tierra y luego va al agua. Esto lo hemos visto y evaluado en Viacha con el río Pallina, donde hay empresas de personas peruanas realizando ese procedimiento. El cianuro al tener contacto con el agua forma un ácido, el cianhídrico, que es extremadamente tóxico y venenoso, es el ácido con que se mataba presos en la cámara de gas. Este queda en los cuerpos de agua y se está arrastrando junto con los ríos, incluso hasta la bahía de Kohana”, afirma.
En 2023, el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) publicó un informe detallado sobre la contaminación del río Pallina en Viacha y también se corroboró las altas concentraciones de metales pesados.
El proyecto de grado de la UMSA “Estudio a escala laboratorio de una columna de lecho fijo para la remoción de metales del río Pallina” de 2022, establece que entre los contaminantes metálicos presentes en las aguas del río Pallina se encuentran Fe+2 , Cd+2, Pb+2, As+3, etc (Hierro II o ferroso, cadmio, plomo II o plumboso y arsénico III o arsenioso). “Los metales pesados contribuyen seriamente a la contaminación del agua, debido a que son tóxicos, no degradables y afectan a la cadena alimentaria por su tendencia a la bioacumulación”, detalla el documento.
El impacto directo en la salud
Médicos especialistas entrevistados recientemente dan cuenta del impacto directo en la salud humana por estas concentraciones de metales pesados en fuentes de agua de La Paz, El Alto y Viacha y que, si bien no están inmersos en su mayoría en los sistemas de agua potable, los bajos recursos, precariedad y cercanías llegan a generar tarde o temprano su ingreso en el organismo.
El médico y presidente de la Sociedad Boliviana de Coloproctología – Capítulo La Paz, Marcelo Muñoz, manifestó su preocupación por la cantidad de pacientes que va viendo con síntomas y intestinales producto de estas sustancias.
“Siempre hago investigación en mis pacientes. En estos últimos años en El Alto he visto que de cada 100 pacientes que vienen a la consulta unos 10 son con problemas de cáncer y es alta la incidencia de cáncer colorrectal. Y hago preguntas de dónde vienen y se ubica la relación con consumo de agua donde hay actividades que dejan metales pesados. Y no hablamos de un solo metal, no es solo mercurio por actividades mineras, son decenas de metales pesados que se utilizan en la industria, en la bioquímica, los pesticidas, pinturas, los soldadores también”, manifiesta en una entrevista el especialista en salud.
Y es que los metales pesados como el cobalto, arsénico, plomo y el mercurio se acumulan en el cuerpo con el pasar del tiempo y con el consumo recurrente de agua y alimentos que han tenido contacto con esos tóxicos, afectando diversos órganos y sistemas. Por ejemplo, dice Muñoz, el cobalto tiende a acumularse en los riñones, mientras que otros metales pueden causar daño neurológico o gastrointestinal e incluso cáncer.
Los casos de prevalencia de cáncer en colon que este especialista ha observado en las zonas de El Alto y Viacha son de personas incluso menores de 50 años que habitan en cercanías de áreas o empresas mineras o de sectores donde se trabaja con aluminio (empresas soladoras y fábricas de calaminas o turriles). Generalmente fuera de las áreas urbanas.
“Los pacientes en estas áreas también suelen tener antecedentes de exposición a metales pesados, ya sea a través de su trabajo, como en el caso de soldadores y trabajadores mineros, o por el consumo de agua contaminada y alimentos que se regaron con ella. La exposición continua a estos metales contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas y degenerativas”, afirma.
Los síntomas más comunes de intoxicación por metales pesados incluyen sangrado rectal, cambios en los hábitos de defecación, pérdida de peso y anemia. Los pacientes suelen presentar estos síntomas cuando la contaminación ha alcanzado niveles críticos, lo que hace que la intervención médica sea más difícil.
En esa misma línea, Rodrigo Castedo, médico infectólogo, docente universitario y exconsultor de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirma que de todos estos metales pesados que se concentran en regiones urbanas y rurales, los más dañinos son el mercurio, el plomo, y el arsénico, pero también el cromo y el cadmio. “Y muchos están directamente relacionados con la minería, por lo menos el mercurio, plomo y arsénico y la mayor vulnerabilidad está en los niños, porque lo abstraen más rápido, al igual que l las mujeres embarazadas”.
El experto establece que la concentración por el consumo de estos metales pesados en una mujer embarazada genera daños en el vientre y en el ADN, que logran atravesar la barrera placentaria “pudiendo afectar directamente al embrión. Lo que causaría malformaciones y daños cerebrales”.
Y es que Castedo da cuenta que toda esta presencia de metales pesados en el organismo se metaboliza en el hígado y el daño en este órgano llega también a afectar al cerebro.
El contexto desde el Estado frente a la calidad de agua
Frente a los estudios de presencia de metales pesados en fuentes de agua cercanas a represas para las áreas urbanas de La Paz y El Alto, el interventor de la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (Epsas S. A), Jaime Gutiérrez, aseguró que está garantizada la calidad del agua que llega hasta los grifos de las viviendas.
“Como Epsas siempre hacemos el monitoreo, cada tres horas, para ver la alcalinidad dentro de nuestras plantas de tratamiento. Epsas tiene una planta, un laboratorio que está certificado de forma internacional”, dijo el funcionario. Esto en relación al sistema de agua potable para las urbes.
Pero hay un precedente importante del 16 de abril de 2013, cuando la Contraloría General del Estado (CGE) emitió el informe de auditoría ambiental respecto a la contaminación en la cuenca del río La Paz. Se trató de un informe de control gubernamental cuyo propósito fue mejorar la gestión de las entidades que son responsables de solucionar la contaminación hídrica en la ciudad de La Paz.
En ese documento se detalla que para esa auditoría se examinaron las gestiones realizadas por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, el Gobierno Autónomo Departamental de La Paz, los Gobiernos Autónomos Municipales de La Paz y Mecapaca, la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Agua Potable y Saneamiento Básico, el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (SENASAG) del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras y el Servicio Departamental de Salud (SEDES) de la gobernación departamental.
Resultados de la cuenca del río La Paz y los productos agrícolas de Río Abajo
Respeto a la clasificación de los cuerpos de agua de la cuenca del río La Paz, que nace en las montañas del Chacaltaya donde tiene la denominación de río Jhunu Tincu Jahuira, luego Kaluyo y después Choqueyapu, discurriendo por la ciudad de La Paz hasta río Abajo, se estableció ese año (2013) que las acciones realizadas por el Gobierno Autónomo Departamental de La Paz y los Gobiernos Autónomos Municipales de La Paz y Mecapaca, no fueron efectivas para contar con propuestas de clasificación de los cuerpos de agua de la cuenca
Los resultados de la evaluación fisicoquímica – bacteriológica de los cuerpos de agua detallaban que desde el matadero municipal (Autopista), las industrias y las curtiembres tenían descargas de aguas residuales que incumplían los límites permisibles establecidos en la norma. Luego del embovedado, el río Choqueyapu la calidad era aún peor, estando en el rango de aguas de calidad muy mala, por el incremento de las descargas de aguas residuales domésticas e industriales.
La calidad muy mala continúa hasta el punto de confluencia entre el Choqueyapu y el río Irpavi. El río en ese tramo no se autodepura por las descargas de aguas residuales vertidas en los afluentes, los ríos Cotahuma (muy contaminado, con aguas de calidad muy mala) y Orkojahuira. Además, el río Orkojahuira es contaminado por las descargas de empresas textiles y de pinturas que no cumplían con los límites permisibles.
Ya en Mecapaca (Río Abajo), para la evaluación de las aguas se consideró el valor mínimo que debían tener para el uso que aún les da, es decir el riego. A la altura del puente Lipari, las aguas son de calidad mala. Las aguas no consiguieron autodepurarse hasta ese lugar. En la comunidad de El Palomar, 13 km más abajo, las aguas vienen contaminadas por el aporte del río Achocalla, de calidad mala. Cabe destacar que en esa zona, en Avircato, ya las aguas se emplean para riego.
Frente a esta contaminación del agua en estos sectores al sur de La Paz se evaluaron los suelos evaluados y se evidencio poca retención de nutrientes y presencia de elementos potencialmente tóxicos. Los resultados de laboratorio mostraron que el arsénico y el cinc superaron los límites máximos permitidos tomando como referencia el pH del suelo. Los resultados mostraban la necesidad de una investigación en los suelos y en los agentes contaminantes (aguas de riego y uso de plaguicidas y fertilizantes). En los productos agrícolas, todos los evaluados presentaron concentraciones altas en tres elementos: arsénico, cromo y cobre
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