La falta de diésel está provocando una crisis en el transporte boliviano, con extensas filas en surtidores de La Paz y otras regiones. Conductores de transporte pesado afirman que se encuentran en “quiebra total” por los perjuicios que conlleva esta escasez, mientras que vehículos particulares también enfrentan largas esperas para abastecerse. Algunos surtidores muestran letreros con la frase “No hay diésel”, reflejando la magnitud del desabastecimiento. Marcelo Cruz, dirigente del transporte pesado internacional, advirtió que están perdiendo contratos y clientes, y exigió la libre importación de carburante.
En zonas como Obrajes, vehículos de alto tonelaje esperan por más de 48 horas en busca de diésel. En Cochabamba, la crisis ha afectado incluso al transporte interdepartamental: en la terminal de buses, las salidas se han reducido de cinco a tres por día en algunas empresas. Esto ha generado retrasos e incertidumbre entre los pasajeros. Mientras tanto, el malestar crece en sectores como el agro, la minería y el transporte, que dependen directamente del abastecimiento de combustible para funcionar.
Armin Dorgathen, presidente de YPFB, reconoció que existe un déficit de $us 300 millones por pagos pendientes relacionados con la importación de carburantes. Explicó que aunque actualmente se despacha diésel al 100%, este desfase financiero acumulado en los últimos seis meses está afectando la capacidad operativa. “Tenemos una diferencia de alrededor de $us 300 millones que no se pagaron”, explicó, agregando que esta situación mantiene a la estatal en condiciones críticas.
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