Por: Francesco Zaratti
Se dice “piensa bien y te equivocarás”, pero yo, arriesgándome a meter la pata con estilo, voy a defender al gobierno de don Luis Alberto Arce Catacora, presidente de Bolivia por obra y gracia de… quien sabemos. Olvídense de esos rumores malintencionados que lo tildan de ser uno de los peores gobiernos en nuestros 200 años de historia. ¡Calumnias!
Estamos ante un genio incomprendido, un “national trainer” del fitness integral, empeñado con mantener al pueblo boliviano en forma física, mental y hasta espiritual. ¿No me creen?
¿Acaso la crisis de los combustibles no es un plan maestro para abandonar el sedentarismo? Los que sufren por la escasez de diésel no ven la estrategia brillante para que el ciudadano de a pie (nunca mejor dicho), saque a relucir sus zapatillas y se lance a caminar como si estuviera entrenando para las Olimpiadas.
Las colas en las gasolineras no son un castigo, son retiros espirituales: horas de meditación mientras contemplas cómo tu vida pasa más lentamente que la fila. Y, de yapa, menos humo en las calles. ¡Salud pública y ecología en un solo movimiento!
En realidad, el gobierno sabe que las filas son actos preventivos, porque, además de educar a la disciplina cívica y a la técnica del diálogo, logran disminuir los casos de violencia. ¿Acaso la principal fuente de violencia no está en los hogares? Ergo, si éstos se quedan vacíos…
Se acusa al trabajador boliviano de flojo y poco productivo. Pero, ¿en qué otro país un camionero o taxista se echa 18 horas diarias, sin importar si es feriado o no? Ocho manejando y diez haciendo fila para cargar combustible. ¡Eso es más que estajanovismo! Y no hablemos de los asambleístas opositores, que vigilan noches enteras para bloquear los turbios contratos del litio. Creo que todos ellos se merecen la condecoración Colibrí de los Valles de la Fundación Dr. Moya.
La falta de dólares es otro golazo del gobierno para fomentar el fitness financiero. Sin billetes verdes, adiós a gastos frívolos, viajes al exterior y compras compulsivas en Amazon. En compensación, todos nos estamos educando en el uso de las criptomonedas. Dejemos de lado los pequeños inconvenientes, como la inflación galopante o la escasez de insumos para esa misma industria que se pregona apoyar. ¿Qué faltan remedios importados? ¡Para qué, si tenemos remedios ancestrales, que curan mágicamente desde dolores de cabeza hasta la frustración de volver del mercado con la billetera en coma!
Olvídense de dietas aburridas y malsanas. Este gobierno nos tiene en un plan nutricional de élite, obligándonos a alternar semanalmente pollo, cerdo, fideos, y, con suerte, carne vacuna, teniendo al colesterol y al ácido úrico bajo control. ¿Que el dinero se esfuma más rápido que los productos? ¡Detalles! La clave está en mantenernos ágiles esquivando los precios y creativos en la cocina: ¡todos unos MasterChefs!
Proteger a la familia, empezando por los hijos, aunque sean traviesos, es prioridad del gobierno. El presidente lo dejó claro: si sus hijos metieron la pata con negocios dudosos, que actúen los “consorcios” de esa “justicia” conocida desde tiempos bíblicos (lean Is 5,13; Qo 3,16).
En política exterior, quedó atrás el consejo de “dime con quién andas y te diré quién eres”. Este gobierno va más allá, cortejando a Irán y los BRICS hasta declarar con orgullo que estamos listos para “entregarles” nuestro litio. ¡Eso es fitness antiimperialista!
En fin, llegamos al Bicentenario más livianos que nunca: pocos pesos en el bolsillo, pero ¡bajo peso corporal! Y si la Historia nos juzga, que lo haga sabiendo que fuimos pioneros en el arte de sobrevivir con ingenio, sarcasmo y una fe inquebrantable en que algún día esta pesadilla acabará.
Francesco Zaratti es físico y analista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Encontrados con Gonzalo Rivera
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