En Bolivia, el gas licuado de petróleo (GLP) se vende a un precio regulado de Bs 22,50 por garrafa, pero en Brasil, donde se comercian principalmente las garrafas de contrabando, cada unidad se vende hasta por Bs 159, lo que significa un precio más de siete veces superior al del mercado boliviano. La diferencia de precios ha generado un aumento en el contrabando hacia el vecino país, donde los productos bolivianos son muy demandados debido a su menor costo. Los contrabandistas aprovechan la escasez de controles fronterizos y las diferencias en el precio, comercializando las garrafas en Brasil por alrededor de 140 reales (Bs 159).

En las zonas fronterizas, como Puerto Quijarro y Corumbá, el precio del gas varía entre Bs 35 y Bs 50, lo que resulta mucho más caro que en el resto del país, pero aún inferior al precio en Brasil. Vecinos de estas localidades denuncian que los contrabandistas, incluso con vehículos de placa brasileña, transportan grandes cantidades de garrafas. Esta práctica afecta directamente el abastecimiento local de gas, ya que la venta informal en la calle ha reemplazado la distribución regular a través de las oficinas establecidas. A pesar de los anuncios del Gobierno sobre el fortalecimiento de los controles fronterizos, la presencia de las autoridades sigue siendo mínima, lo que agrava la situación.

El contrabando de gas y otros productos bolivianos es una problemática creciente en la frontera con Brasil, con un impacto negativo en la economía local y el abastecimiento de recursos básicos en las regiones fronterizas.