De taquiraris a chutas y chacareras, decenas de danzas de diferentes departamentos hicieron su paso por el centro de la sede de Gobierno, derrochando color y alegría.
En un Jisk’a Anata especial, por el año del Bicentenario, el color y la alegría hicieron su paso por todo el centro paceño. Danzas de todo el país, como ch’utas, cuecas, chobenas y chacareras, se hicieron presentes para darle un brillo especial a este Carnaval.
“El Jisk’a Anata es una de las actividades centrales de nuestro Carnaval. Son 76 fraternidades, 20 mil bailarines y más de 100 mil personas en toda la ruta. Nos vamos a quedar hasta las 23.00”, señaló el secretario municipal de Culturas, Américo Gemio.

Pese al clima nublado, la entrada comenzó cerca al mediodía con todo el colorido y ritmo de los ch’utas y pepinos que hicieron su paso robando los aplausos y sonrisas de los asistentes. Con sus agudas voces y frases pícaras invitaron a todos a bailar.
Pero si de tradición se trata no podían faltar las tropas de tarqueadas y sicuris que trajeron a la capital del departamento lo mágico de los festejos en el campo, donde el Carnaval sirve para celebrar la cosecha y agradecer a la tierra por todo lo recibido.

Kallawayas y Waca Tocoris, también hicieron las delicias de los espectadores con sus ritmos alegres y las ágiles coreografías de los kusillos. Entre los grupos se pudo ver la participación de mujeres, hombres, niños y personas con discapacidad.
Pero en el carnaval no puede faltar la tradicional Diablada, típica de Oruro. Así, diablos, chinas y osos lucieron sus mejores galas para traer el calor del infierno y combatir el frío paceño.
Y para no quedarse en el altiplano, la fraternidad Folklore Fitness trajo las danzas orientales, con chobenas, carnavalitos y taquiraris. Las zapateadas cochabambinos con la fraternidad Kachas Nueva Generación.
No podía faltar la simpatía de las danzas del sur. Cuecas chapacas y chacareras trajeron los colores de las flores y las melodías acompañadas de violines.

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