Por: Ricardo Paz Ballivián

¿Puede el MAS ganar las próximas elecciones generales? La respuesta es SI. Sobre todo, si los actuales líderes democráticos no entienden que, si siguen haciendo lo mismo, no obtendrán resultados distintos que en elecciones anteriores.

La campaña electoral se desarrolla como se llevaban a cabo las campañas hace treinta o cuarenta años: aperturas de cientos de casas de campaña, concentraciones, recorridos, entrevistas en los medios de comunicación, reuniones, muchas reuniones, discursos aburridos, repetitivos y mucho derroche de dinero y prebendas, que en algunos casos no se conoce bien su procedencia. Es el festín de los “operadores políticos”, de “dirigentes” que “traen” consigo miles de miles de votos, que extrañamente se evaporan en el escrutinio electoral.

La estrategia digital que se aplica, en general, es copia acrítica de otras realidades, ridiculiza a los candidatos, los banaliza y, como es obvio, obtiene muchas “vistas”, unos “likes”, pero muy pocos votos. Los que manejan las redes sociales de los aspirantes no han logrado todavía entender que, en la comunicación política moderna, el mensajero es el mensaje.

Y tampoco han descubierto que en la civilización del espectáculo en la que vivimos, en el reino de las “fake news” y de la manipulación de la big data, ahora explotada al infinito con la ayuda de la Inteligencia Artificial, no gana el más ridículo y menos todavía el más cínico o inescrupuloso, sino el verdaderamente más entretenido, disruptivo, pero auténtico y veraz.

Ninguno de los precandidatos actuales de las fuerzas democráticas ha logrado rebasar el 15% de las intenciones de voto, en el contexto de un electorado líquido, que manifiesta mayoritariamente no haber decidido su voto (es decir que no ha sido convencido por ninguno de los precandidatos actuales), o que, si dice haber decidido, sin embargo, en un tercio por lo menos, está dispuesto a cambiar de opción.

En la vereda del frente, estoy convencido que el MAS se unificará electoralmente, de abajo a arriba, en torno a la candidatura de Andrónico Rodríguez. Lo hará porque es una confederación de organizaciones corporativas pragmáticas y venales, que tienen mucho que perder y no están dispuestas a arriesgarse. Y así, unidos por la complicidad, son todavía fuertes y poderosos.

Con la falaz pero efectiva “renovación”, que representa Andrónico, pueden lograr un 40% más unos cuantos votos y, dada la dispersión del voto alternativo, una diferencia mayor a diez puntos con el inmediato perseguidor. Esto les permitiría una victoria cómoda en primera vuelta.

Necesitamos desesperadamente, desde el campo de las fuerzas democráticas, patear el tablero y dar un golpe de timón. Tenemos la obligación de dejar de hacer más de lo mismo, de abandonar la ruta del desastre y el fracaso electoral seguro. Es imprescindible generar una nueva alternativa, fresca, de renovación generacional, de ideas y prácticas nuevas. Una opción renovada que enamore y entusiasme a la ciudadanía, sobre todo a los jóvenes.

El egoísmo, la tozudez y la ceguera, que parecen haberse apoderado de nuestras élites políticas del campo democrático, si no se admiten y se destierran, nos llevarán a una catástrofe segura.

Si seguimos con las viejas prácticas de la política tradicional, dando el triste espectáculo de siempre a la los ciudadanos, si no somos capaces de CAMBIAR nuestros hábitos, nuestras conductas, nuestras propuestas, estaremos asfaltando el camino del MAS a la reproducción del poder.

Estamos a tiempo. Faltan seis meses para las elecciones, dos meses para la inscripción de alianzas, tres meses para la inscripción de candidatos. Si hay claridad, sensatez, patriotismo y verdadera convicción democrática, podemos todavía hacer un alto y comprender, que solamente la renovación de actores políticos, de propuestas y la implementación de una nueva forma de hacer política y de hacer campaña electoral, va a lograr alterar la actual inercia, que está provocando esta insoportable probabilidad de la victoria del MAS en las próximas elecciones.     

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Encontrados con Gonzalo Rivera