La razón principal de que haya menos marraquetas es que el Gobierno no cumple con la subvención programada y hay atrasos, según los panificadores.  Los paceños sienten la escasez y Emapa asegura la asistencia al sector para mantener el precio.

Crocante, con ese aroma característico de un pan que se cocina en el mismo piso del horno, y ahora escasa y más apetecida que nunca, así está la marraqueta cuya producción ha disminuido en los últimos meses hasta en un 50%, según testimonios que recogió EL DEBER de los panificadores y de la ciudadanía paceña que todos los días forma largas filas para adquirir el producto.

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“Ya no hacemos fila solo por el aceite, la gasolina o el pollo, desde hace tiempo hacemos fila por las marraquetas”, dijo la ciudadana Daniela P., mientras esperaba pacientemente su turno para comprar 10 marraquetas en el Cruce de Villas, del macro distrito de San Antonio en la ciudad de La Paz.

La escena se replica en prácticamente toda la ciudad de La Paz donde las filas para comprar pan ya son parte de una tarde cualquiera, al punto que las personas, resignadas, llegan hasta los puntos estratégicos de distribución y forman filas para llevar a sus familias el ‘pan de batalla’, que sigue manteniendo su precio de 50 centavos la unidad.

Símbolo paceño

La marraqueta es el pan paceño por excelencia. Es un producto elaborado con cuatro ingredientes básicos: harina de trigo, levadura, agua y sal. Aunque existen dos variedades de pan marraqueta, el favorito es la marraqueta sin manteca y que es cocida en el piso del horno sin el empleo de las típicas bandejas de acero, y donde los hábiles panaderos introducen los bolillos  maduros en hileras empleando unas largas paletas de madera.

Después de un tiempo determinado, utilizando la misma paleta de madera, sacan del horno las crocantes, doradas y abultadas marraquetas que directamente son depositadas en grandes canastas de mimbre, listas para su distribución en las tiendas de barrio o los puntos de venta en las calles.

Baja producción

“Hace más de un mes que a diario hacemos fila para comprar pan, antes no había filas, los panaderos ya no hacen la misma cantidad de marraquetas y además el tamaño ha reducido. Ahora nos venden marraquetas pequeñas”, dijo el ciudadano Leonardo A.

“Algunos dicen que está escaseando porque el Gobierno ya no les da harina y quieren subir el precio del pan, pero realmente no sabemos qué está pasando, porque los otros panes están elaborando normal, pero ya no hay mucha marraqueta, y es lo que más consumimos”, agregó el ciudadano Emilio, una persona de la tercera edad que también esperaba su turno para comprar el ‘pan de batalla’.

Y son varios testimonios de los ciudadanos paceños que coinciden con preocupación en que la elaboración de la famosa marraqueta ha disminuido de forma paulatina en los últimos meses.

“Cada mañana y tarde, el repartidor me entrega 150 panes, antes llegaba con 200: 100 marraquetas y 100 sarnitas, ch’amillos y cauquitas, pero hace más de un mes solo trae los 150: 50 marraquetas y 100 sarnitas”, cuenta Fidel C., desde su tienda en la zona de Villa Fátima. 

El ciudadano agrega que lo primero que piden sus ‘caseros’ son las marraquetas, pero ahora se ve obligado a reducir la cantidad en las entregas. “Si me piden 10 panes, ya no puedo vender las 10 marraquetas, les doy cuatro marraquetas, y seis redondos, ch’amillos y cauquitas (que son otras variedades tradicionales del pan paceño)”, explicó.

Las causas

¿Y por qué ya no elaboran la misma cantidad de marraquetas que antes?, consultó EL DEBER a Sergio C. un panificador que junto a su ayudante distribuía el producto a las vendedoras en la populosa avenida Buenos Aires.

“Lo que pasa es que el Gobierno no está cumpliendo con los cupos de harina que se necesita para hacer pan y este problema se arrastra desde enero. Además, no sólo es la harina, también hay retraso en la entrega de los otros insumos como la levadura, azúcar y manteca. A pesar que hemos hecho un convenio con Emapa, hay mucha demora en la entrega de todos los insumos”, afirmó el productor.

“La producción de marraqueta ha bajado hasta en un 60% porque no se está cumpliendo con la subvención de forma regular, hay mucho retraso. Y cuando nos dan los cupos que es entre dos a cinco quintales, tenemos que pagar más por el traslado porque no hay diésel, tenemos que pagar a los cargadores, a los panaderos, a los distribuidores, o sea es toda una cadena y todo ha subido”, agregó.

A fines de marzo, el gerente de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa), Franklin Flores, daba cuenta de que el Gobierno compra el quintal de harina de trigo a un promedio de 315 bolivianos para vender a 90 bolivianos ese mismo quintal a más  de dos mil panificadores en todo el país.

En los últimos dos meses, la figura ha cambiado y los precios se han incrementado. Según el panadero Sergio C, el quintal de harina de trigo supera los 500 bolivianos en el mercado informal, y el quintal de la harina subvencionada ahora le cuesta al panadero unos 120 bolivianos.

Pero este problema se arrastra desde 2024 cuando el dirigente del sector, Rubén Ríos, dijo en noviembre que Emapa redujo la dotación de harina subvencionada y les debían el cupo de dos quincenas. “Algunas asociaciones han determinado ya no elaborar el pan de batalla porque no les está llegando harina de forma oportuna”, decía Ríos.

Este bolillo también se conoce como el ‘pan de batalla’ porque según los historiadores así bautizaron a la marraqueta los militares bolivianos que fueron a la Guerra del Chaco (1932-1935) y se llevaron este pan para alimentar a las tropas. Ahora, este pan libra otra batalla por subsistir al precio que todos puedan pagar.

///EL DEBER///