El 9 de enero de 2025, Caracas se convierte nuevamente en el escenario de confrontación entre el chavismo y la oposición. El gobierno de Nicolás Maduro intensifica las medidas represivas, militarizando la ciudad y desplegando miles de efectivos de seguridad para evitar la marcha convocada por la líder opositora María Corina Machado. El objetivo es frenar las protestas contra el régimen en la capital y en varias regiones del país.

Aparte del cerco de seguridad, militantes del oficialismo instalan tarimas en puntos clave de la ciudad, como la plaza Altamira y la calle Élice, en el municipio Chacao, lugares que históricamente han sido focos de concentración para las manifestaciones opositoras. Esta medida se suma a los patrullajes nocturnos implementados por el ministro del Interior, Diosdado Cabello, en un intento por intimidar a los ciudadanos que piensan diferente al gobierno.

La situación también se enmarca en el contexto de una crisis política profunda, con el desenlace de las recientes elecciones presidenciales, en las que Maduro y González Urrutia, otro líder opositor, luchan por el poder. A nivel internacional, la comunidad política está atenta a los desarrollos, con promesas de «sorpresas» que podrían afectar el panorama de la crisis venezolana.