Por: Edwin Cacho Herrera

Luis Arce y su desgobierno han decidido irse de la peor manera, entregando a 11 millones de bolivianos a la voracidad de dos monstruos insaciables que tienden a devorarlo todo. Por las características de la doble entrega, queda claro que ha sido planificada para beneficiar al núcleo de la cúpula gubernamental, grupo que seguramente huirá de Bolivia en cualquier momento.

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La mayoría se quedará a merced de un primer monstruo que ataca con varios tentáculos y que ha dado fin a décadas de estabilidad económica. Arce y su pandilla de políticos inescrupulosos nos dejan a punto de ser fagocitados por la crisis multidimensional que puede devolver a miles de bolivianos a la pobreza absoluta. Imperdonable.

El último golpe de ese fenómeno es haber empeñado parte de las Reservadas Internacionales Netas en oro físico. Gonzalo Colque, investigador de la Fundación Tierra, serio en sus indagaciones, reveló que un poco más de un tercio de las reservas en oro fue hipotecado y existe el riesgo de que perdamos al menos 8,4 toneladas de oro acumulado por generaciones.

De las 24 toneladas reportadas por el BCB, en su último informe sobre las RIN, 22 se encuentran en el exterior. La Ley del Oro obliga al Gobierno a mantener un mínimo de 22 toneladas cuantificables. Lo grave es que, según Colque, 8,4 toneladas fueron empeñadas a cambio de $us 828 millones para pagar la importación de combustibles y otras obligaciones.

Dos bancos extranjeros habrían hecho el papel de casas de empeño: uno comercial chino y otro de origen alemán, a cuyas bóvedas se habrían transferido 3 y 6 toneladas de oro boliviano. Lo grave es que, según lo averiguado por el experto, los $us 828 millones, más intereses, deben ser pagados en 12 meses, hasta mayo de 2026.

Es tanta la opacidad en la información oficial sobre este delicado tema que hay otros cálculos aún más complicados. Gonzalo Chávez, economista y analista, afirma que las toneladas empeñadas son 14 de las 22 en el exterior. Urge que el BCB informe a la ALP con precisión la cantidad de toneladas que están en sus bóvedas, la cantidad que están afuera y la cantidad de toneladas hipotecadas y con el riesgo de esfumarse.

Es vital que se conozca un informe ahora porque en dos meses Arce y su grupo de “vendepatrias” serán historia y la obligación de recuperar las toneladas empeñadas (8,4 o 14) y de redimir al país del mayor pecado económico será del nuevo gobierno. El candidato Jorge Tuto Quiroga se ha dado cuenta del presente griego que quieren dejar y advirtió con cárcel para los jerarcas del Banco Central. Arce se apuró en desviar su responsabilidad al bloqueo de créditos extranjeros en la Asamblea Legislativa.

El intento de coartada está repleto de justificaciones, entre ellas la necesidad de pagar por la importación de carburantes que, según el Ministro de Hidrocarburos, está garantizada solo hasta el 8 de noviembre, un anuncio cargado de irresponsabilidad para un dignatario de Estado, pero sobre todo de absoluta pobreza de espíritu del gobierno de Arce y sus secuaces. Después, ese mismo ministro garantizó combustibles más allá del 8 de noviembre y dijo, como lo hacen los caraduras, que fue tergiversado.

Al segundo monstruo que nos ha entregado el régimen de Arce y su pandilla le gusta la sangre fresca de gente que solía vivir en paz y con relativos niveles de seguridad ciudadana. Es una criatura que arrasa con todo lo que se le pone en frente, enloquecida por aumentar sus ganancias de por sí multimillonarias. La narcocriminalidad se ha instalado en Bolivia y los responsables son Evo Morales y Luis Arce.

La feroz disputa entre al menos cinco carteles que pretenden adueñarse del país, como ocurrió no hace mucho con Ecuador, ha hecho explosionar los secuestros, ejecuciones, linchamientos, acribillamientos y ajustes de cuentas por parte de grupos criminales armados que han ocupado ciertas regiones con absoluta impunidad, con protección y complicidad de los tres niveles del Estado.

Me pregunto cuántas personas han sido muertas por la violencia sicarial en el desgobierno que se va en dos meses. Seguro que hay que contarlas por decenas, incluidos los asesinatos de oficiales de la Policía que también han quedado en la impunidad. Sin remordimiento alguno, el grupo que acompañó y acompaña a Arce, me refiero a autoridades gubernamentales y policiales, ha entregado al país a las fauces del crimen organizado global.

Las organizaciones narco se están matando en las narices de los gobernantes, con la población boliviana al medio de la violencia sicarial, a fin de consolidar territorios y rutas de tráfico de drogas, armas y todo lo que se mueva. Los niveles de narcocriminalidad son inéditos en Bolivia. Ojalá que no comiencen los bombazos o los secuestros masivos producto de una guerra de carteles que quieren dejar sentado que ahora les pertenecemos.

La cereza sobre la torta es la vida tranquila y con lujos que se mandan los líderes del temido PCC en Santa Cruz como Sérgio Luiz de Freitas Filho, alias Mijão, y de Marcos Roberto de Almeida, alias Tuta, entre otros. Son pruebas irrefutables de la complicidad y tolerancia gubernamentales con las mafias del narcotráfico y otras actividades ilícitas. 

Derrotar a ambos monstruos será una tarea descomunal para el próximo gobierno. Recuperar la estabilidad económica y la paz social no será fácil, pero habrá que encararlas con decisión política y firmeza institucional. Estos monstruos no nos pueden vencer y los culpables de que estén aquí no pueden escapar.

Edwin Cacho Herrera Salinas es periodista y analista.