Bolivia enfrenta un panorama económico incierto en 2025, marcado por el déficit fiscal, la escasez de dólares y combustibles, el desempleo y los conflictos sociales. Empresarios y expertos alertan que sin ajustes inmediatos, la crisis podría intensificarse. Aunque el gobierno proyecta un crecimiento del 3,51%, organismos internacionales como el Banco Mundial y la Cepal predicen tasas menores, entre 1,5% y 2,2%.

Un desafío clave es el costo de las importaciones de combustibles, que requiere $3.800 millones. Según Álvaro Ríos, exministro de Hidrocarburos, sin este monto, la escasez persistirá, agravando la pobreza y frenando el desarrollo económico. La situación se complica con la caída de la producción energética y la falta de inversiones en el sector.

El elevado déficit fiscal, que podría alcanzar el 12% del PIB, es otro obstáculo crítico. Juan Antonio Morales, expresidente del Banco Central, advierte que su financiamiento es insostenible y amenaza con paralizar sectores clave como transporte y producción. Además, la falta de dólares ha llevado a un virtual congelamiento de depósitos y restricciones en el comercio exterior.

El sector privado enfrenta problemas como el contrabando, la inseguridad jurídica y la debilidad de la gestión pública. Pablo Camacho, presidente de la Cámara Nacional de Industrias, subraya que estas condiciones dificultan la reactivación económica y la inversión. Por su parte, los exportadores denuncian un retroceso del 20% en 2024 y temen más restricciones si no se fortalece la cooperación público-privada.

En lo social, la precarización laboral es alarmante. Bruno Rojas, investigador, señala que el 75% de los trabajadores están en la informalidad, enfrentando bajos ingresos y sin seguridad social. Asimismo, destaca la necesidad de políticas laborales inclusivas que prioricen a jóvenes y profesionales, para reducir el subempleo y mejorar las condiciones de vida.

Los analistas coinciden en que 2025 será un año determinante, especialmente por su carácter electoral. Sin cambios estructurales, como el saneamiento fiscal, la atracción de inversiones y la mejora en las reservas internacionales, las perspectivas económicas serán sombrías. La población y los sectores productivos esperan soluciones concretas que mitiguen la inflación, estabilicen la economía y aseguren el acceso a recursos básicos.

La comunidad internacional también observa factores externos como las tasas de interés globales, el precio del petróleo y los conflictos geopolíticos, que podrían agravar la situación. Bolivia enfrenta así un año crítico que demandará decisiones firmes para revertir su crisis multidimensional y buscar estabilidad económica y social.