Por: José Luis Bedregal V.
Si Bolivia realmente desea consolidarse como un destino turístico atractivo y competitivo, debe reformar urgentemente su política aeronáutica, reducir las barreras burocráticas, flexibilizar las condiciones de operación y adoptar una estrategia de cielos abiertos.
El turismo en Bolivia tiene un potencial extraordinario. Sus paisajes, su cultura y su riqueza natural son inigualables en la región. Sin embargo, uno de los principales obstáculos para su crecimiento, es la deficiente conectividad aérea, resultado de una política aeronáutica restrictiva. En un mundo donde la movilidad es clave para el desarrollo económico y social, esta debilidad, es determinante para frenar el desarrollo de Bolivia.
El principal problema radica en las dificultades financieras que enfrentan las aerolíneas para operar en el país. La escasez de dólares, las excesivas comisiones bancarias y las actuales restricciones, elevan considerablemente los costos operativos. Esto ha llevado a la salida de importantes aerolíneas como Sky Airlines, Peruvian Airlines y, de manera más preocupante, American Airlines, cuya partida dejó a Bolivia sin una conexión directa con Miami, uno de los principales hubs aéreos del continente.
A esto se suma la falta de una política de cielos abiertos. Mientras otros países han implementado estrategias para atraer aerolíneas y fomentar la competencia, Bolivia sigue protegiendo a su aerolínea estatal, BoA, limitando el ingreso de nuevas compañías. Esto no solo reduce las opciones de vuelo, sino que también encarece los pasajes aéreos, afectando a turistas como a ciudadanos bolivianos.
Las aerolíneas que intentan operar en Bolivia, se enfrentan a una burocracia excesiva en la obtención de permisos, lo que desincentiva su ingreso al mercado. La Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) y la Autoridad de Regulación y Fiscalización de Telecomunicaciones y Transportes (ATT), imponen procedimientos largos y poco flexibles, algo que contrasta con países vecinos que han facilitado la llegada de aerolíneas extranjeras.
Los números son contundentes: mientras Argentina, Chile, Perú y Colombia cuentan con entre 18 y 20 aerolíneas operando en su territorio, Bolivia apenas tiene a BOA, Ecojet (ambas con muchos problemas) y otras 4 más pequeñas. Esta falta de competitividad encarece boletos, limita el acceso a nuevas rutas y deja al país rezagado en la conectividad internacional.
Impacto en la celebración del Bicentenario
La falta de conectividad tendrá repercusiones negativas en las actividades programadas para la celebración del Bicentenario de Bolivia en Sucre. Con la expectativa de recibir visitantes nacionales e internacionales, la limitada oferta de vuelos y los altos costos de los pasajes desalentará la llegada de turistas y delegaciones extranjeras. Esto afectará eventos culturales, académicos y conmemorativos, reduciendo el impacto económico positivo que estas festividades podrían generar en la región y el país.
Si Bolivia realmente desea consolidarse como un destino turístico atractivo y competitivo, debe reformar urgentemente su política aeronáutica, reducir las barreras burocráticas, flexibilizar las condiciones de operación y adoptar una estrategia de cielos abiertos que permita la llegada de más aerolíneas, de lo contrario, sin vuelos accesibles y variados, Bolivia seguirá perdiendo oportunidades y quedándose atrás en una región que, cada vez apuesta más por el turismo, la movilidad y la integración global. Es hora de exigir decisiones audaces y cambiar el rumbo para no llegar al Bicentenario de Bolivia, aislados del resto del mundo.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Encontrados con Gonzalo Rivera
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