Por: Luis Fernando Romero Torrejón
De acuerdo al último estudio (2023) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Bolivia tiene un nivel de informalidad laboral del 84,5%, el más alto de Latinoamérica y el Caribe, y de todo el continente americano. El nivel de trabajo informal en los hombres es de un 82,7% y de las mujeres del 86,5%.
En la actualidad, debido a la crisis económica que arrastra el país, con una combinación de bajo crecimiento económico y alta inflación, se estima que la informalidad laboral podría haber llegado hasta un 90%. Considerando los pocos trabajos formales que se pueden considerar como empleos con relativa calidad.
Según los últimos datos del INE, existe una tasa de desocupación urbana del 3,9%. Esto quiere decir que, de toda la fuerza laboral del país, 4 de cada 10 están desocupados. Lo cual no aplica mucho en una economía tan informal, donde se ha visto un incremento notable de trabajos por cuenta propia, sin goce de beneficios sociales, ni cobertura de salud, sin ganar siquiera el mínimo nacional, con un deterioro claro de calidad del empleo y de las condiciones laborables.
Con datos al 1er trimestre del 2025, se estima que en el área urbana del país solo hay 753.000 trabajadores formales, quienes serían los beneficiarios de este incremento salarial. Sin embargo, de esta cifra puede ser mucho menor, considerando que solo se beneficiarían quienes ganaban menos a los Bs. 2.750, previo al 01/05/2025. Además, hay varios empleados públicos y privados que no son “formales” por sus condiciones de consultores en línea o con contratos cortos (renovables) lo cual los exime de un incremento salarial y otros beneficios laborales.
Actualmente el salario nominal creció en un 10% respecto al del 2024, pero en términos reales (estadísticas oficiales) ha caído en un 25% aproximadamente. Posiblemente el mismo, en términos de poder de compra (mercado), ha rebajado al menos en un 50% (hasta posiblemente el 70%) desde el año pasado. Por lo tanto, claramente este incremento salarial no recupera ni menos cubre la perdida de su poder adquisitivo por la inflación de esta y la anterior gestión.
El salario mínimo nacional también se ha devaluado respecto al dólar. El año pasado los Bs. 2.500 equivalían a $us. 359 al tipo de cambio oficial, pero al paralelo solo a $us. 217. El actual salario mínimo de Bs. 2.750 equivale a $us. 395, sin embargo, al dólar paralelo (Bs. 15,3) solo vale alrededor de $us. 180.
En otras palabras, al tipo de cambio paralelo el salario mínimo nacional, expresado en dólares, ha caído de 217 a 180, una rebaja del 17%. Nuestro salario mínimo, al tipo de cambio del dólar negro, solo equivale el 45% de este expresado al tipo de cambio oficial. De manera sencilla, a manera que suba el precio del dólar paralelo, nuestro salario valdrá cada vez menos (devaluación cambiaria). Y de igual manera, si sigue aumentando los precios, este salario también valdrá menos por la pérdida de su poder adquisitivo (devaluación inflacionaria).
Comentarios Recientes