Por: Edwin Cacho Herrera
Estoy sentado detrás del conductor de un trufi que trepa desde la zona Sur hacia el centro de la ciudad de La Paz. Tengo sobre mis piernas mi laptop encendida, puliendo una nota informativa sobre la reducción gubernamental del crecimiento económico para esta gestión del 4,8 al 3%. Me parece una noticia que no hay que dejar pasar.
Mientras tecleo en medio de los barquinazos, por el mal estado de las calles en la otrora ciudad maravilla, escucho en el radio del vehículo a la conductora de la revista matinal de radio Éxito que comenta las consecuencias de los incendios forestales en el norte del departamento de La Paz, entre ellas la mala la calidad del aire en la sede de gobierno
La conductora del programa manda a corte publicitario y se escucha la voz de David Choquehuanca, en tono de consejo, pero también de reclamo, afirmando que las autoridades están para cumplir lo que dice el pueblo, que su razón de ser es obedecer las decisiones de la población. Claramente se refiere al cabildo del 17 de octubre en El Alto y sus 19 “mandatos”.
Quince minutos después, en otra tanda publicitaria, vuelvo a escuchar el mismo mensaje que termina diciendo que es una comunicación de la Vicepresidencia del Estado. Pasan otros 15 minutos, se abre el espacio para los anuncios pagados y nuevamente invade la voz del jilata David hablando de que hay que cumplir las determinaciones del pueblo.
Nunca, en estos casi tres años de gobierno, escuché a Choquehuanca en ningún material de comunicación masiva de la Vicepresidencia. Hubiese sido interesante oírlo, por ejemplo, fijando posición sobre las manoseadas elecciones judiciales o cómo debe encararse la lucha contra la corrupción desde los principios pachamamistas de la Constitución (artículo 8).
Por las palabras de Choquehuanca en la pieza comunicacional y la repetición del mensaje, intuyo que está en pleno despliegue una operación política para que el presidente Arce cumpla sus compromisos asumidos con el cabildo, sobre todo aquellos relacionados con los ajustes en el gabinete y otros niveles de decisión del Órgano Ejecutivo.
Cobra relevancia, entonces, el comentario del caudillo del MAS de que siente pena por Arce y las huevadas que hace buscando la reelección presidencial como candidato del MAS-IPSP. Queda claro que el mandatario ha quedado al medio de dos fieras políticas que no cederán hasta que consigan sus objetivos inmediatos.
En el caso de Choquehuanca no es otra cosa que la repartija de espacios de poder, sobre todo del área social del Ejecutivo, para satisfacer a las dirigencias de las organizaciones sindicales aglutinadas en el Pacto de Unidad oficialista, instancia hambrienta por tomar ministerios, viceministerios, direcciones nacionales… capturar todo que lo que se mueva y reditúe en el Gobierno.
Por zafarse de Morales y su obsesión de retornar al poder en 2025, Arce ha ido a parar a merced del choquehuanquismo que quiere controlar una buena parte de Gobierno y que ya se hizo de dos viceministerios de la cartera de Medio Ambiente y Agua, aunque quiere más.
Se nota que es una estructura política insaciable, consciente de que se encuentra ante la oportunidad de hacer realidad eso de “gobernarnos a nosotros mismos”, porque lo que viene en el mediano plazo es pura y absoluta incertidumbre, incluyendo la posibilidad de que no se realicen los próximos comicios, en caso de que Morales no sea candidato por el MAS-IPSP.
Del otro lado, la presión de Morales y el evismo no afloja con denuncias de corrupción, protección al narcotráfico, traición al masismo y mal manejo de la economía, aunque coincide con la corriente de Choquehuanca en que los ministros “mafiosos” deben salir del gabinete.
El caudillo ya olfateó las debilidades políticas de Arce y sus muchachos. Ve desconcierto en el Gobierno y seguramente tiene información de que la ofensiva final no está definida al 100%. Por eso menciona que Arce le provoca pena, aunque no dejará de atacar hasta consolidar la jefatura del MAS y luego ir por la candidatura en 2025.
Falto de reflejos políticos, Arce y su entornó están rodeados por el evismo y el choquehuanquismo y se encuentran ante la disyuntiva de mantener el control total del Ejecutivo y otros órganos de poder o ceder posiciones ante las organizaciones del Pacto de Unidad oficialista y terminar como su rehén.
En días más, el miércoles 8 de noviembre de 2023 Arce deberá presentarse ante la Asamblea Legislativa para rendir un informe sobre el estado de su gestión a dos años del Bicentenario de la fundación de la República. ¿A quién se dirigirá prioritariamente? ¿A la gente, al evismo, al choquehuanquismo, a él mismo? Pocos quieren estar en los zapatos del mandatario en esta coyuntura.
Más allá de lo que diga en su informe presidencial, ¿hará los reclamados cambios en su gabinete? ¿Los ajustes serán en el área social para dar gusto a Choquehuanca, el Pacto de Unidad y la COB? ¿Los relevos llegarán a su equipo de ministros más íntimo como plantea Morales? Arce es un presidente acorralado.
Edwin Cacho Herrera Salinas es periodista.
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