Bolivia se encuentra en medio de una crisis creciente en su sector de hidrocarburos que amenaza su seguridad energética y la viabilidad de su mercado interno. Según Henry Oporto, Director Ejecutivo de la Fundación Milenio, la disminución en la producción y la incapacidad para cumplir con los contratos internacionales han llevado a la devolución de campos hidrocarburíferos por parte de empresas extranjeras como REPSOL, Petrobras, Shell y Pluspetrol.
Estos acontecimientos reflejan una crisis que afecta a la industria de hidrocarburos en Bolivia, caracterizada por una caída en la producción, pérdida de mercados externos, escasez de dólares para importación y constantes interrupciones en el suministro de carburantes. Incluso la posibilidad de importar gas natural no está descartada.
Oporto atribuye esta crisis a la disminución drástica de la Inversión Extranjera Directa en el país. Los números son desalentadores: en 2022, el sector de hidrocarburos en Bolivia se contrajo un 8,4%, a pesar del aumento de los precios de exportación. Además, el país tuvo que importar combustibles por un valor significativo, generando un alto subsidio a los mismos, lo que contribuyó a un elevado déficit fiscal durante ocho años consecutivos.
La reducción de la producción tiene una relación directa con la falta de inversiones en el sector desde 2015. Durante años, las inversiones priorizaron la explotación de reservorios existentes en lugar de explorar nuevos campos para reemplazar las reservas agotadas.
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