Por: Andrés Gómez Vela

Estoy seguro de que conoces a intelectuales que, aun sabiendo que Evo Morales cometía un grave delito al desconocer el mandato popular del referendo del 21F, lo justificaban. Y también estoy seguro de que, en ese momento, te preguntaste alarmado: ¿cómo es posible que personas tan formadas respalden semejante acción antidemocrática? La respuesta a tu lógica era el absurdo.

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Así es el ser humano: contraintuitivo. No se comporta como la física clásica, que resulta tan evidente. Si empujas una mesa, se mueve. Si dejas de empujarla, se detiene. Ese “sentido común físico” se apoya en la experiencia inmediata y en la evolución. Nuestros antepasados sobrevivieron gracias a intuiciones prácticas sobre el movimiento, el peso, la distancia, la causa y el efecto.

En cambio, el comportamiento humano suele ser contraintuitivo, como la física cuántica. En ella, una partícula puede estar en varios estados a la vez o “decidir” dónde aparece al ser observada, algo que rompe por completo la intuición clásica.

Volvamos al intelectual que hace lo inesperado pese a saber que roza la irracionalidad. Tal vez haya una explicación: el sesgo cognitivo del pensamiento motivado. Ejemplo: un intelectual beneficiado con recursos de un régimen tendría que ser muy íntegro para criticar a su benefactor. Si lo hace, pierde los beneficios. Entonces, hipoteca su mente a cambio de dádivas.

Pero no aplica en todos los comportamientos humanos. Hay conductas que salen de la lógica. Algunas personas superponen sus estados de ánimo como un electrón que ocupa varias posibilidades a la vez. Pueden decir “sí” y “no” en simultáneo: sí con la mirada, no con la palabra. Sí en su casa, No dentro del recinto donde va a votar.

En tiempo de campaña electoral, candidatos y electores se comportan de modo contraintuitivo. Cuando esperas que el candidato no disparará mentiras, lo hace. Cuando crees que dirá la solución, no conoce ni el problema. Cuando esperas que alguien no apoye a una dupla populista porque parece muy racional, aparece apoyándola. Cuando supones que otro la respaldará porque siempre fue populista, te sorprende inclinándose por la derecha que antes criticó.

Cuando crees que votará por quienes más convienen al país, te dice que votará por los otros porque su hígado pesa más que su corazón. Por eso, en esta segunda vuelta no todo está dicho. La campaña está alterando ánimos, sentimientos y pensamientos, a veces superponiéndolos como partículas cuánticas.

Algunos electores que parecían firmes en su decisión de la primera vuelta ahora vacilan por las veleidades de un candidato. Otros, que se creían volátiles, se ratifican. Incluso los que votaron nulo y anunciaron voto “libre” para la segunda vuelta, hoy quieren repetir el “nulo” para forzar un gobierno con baja legitimidad.

Como nunca antes, los bolivianos están conociendo a sus candidatos en todas sus dimensiones. También se están conociendo entre ellos. La segunda vuelta los desnuda ante un escaneo social intenso. No ocurrió en la primera porque eran demasiados postulantes; ahora, con solo cuatro, hay tiempo para evaluar de cerca a cada uno.

Para ayudar en esa evaluación comparto un test, inspirado en la profesora española Imelda Rodríguez Escanciano:

1. ¿Quién es más capaz de resolver la crisis económica, energética y social?

2. ¿Quién puede cambiar el rumbo del país en este momento crítico?

3. ¿Qué binomio transmite autoridad, seguridad y honradez? (capacidad de servicio, unidad, reflexión, negociación, acción, transparencia).

4. ¿Qué valores transmiten: justicia, libertad, humanidad, igualdad?

5. ¿Qué antivalores transmiten: odio, resentimiento, división?

6. ¿Quién propicia la identificación con la gente?

7. ¿Quién genera confianza, empatía y credibilidad?

8. ¿Quién equilibra razón y emoción (inteligencia emocional)?

9. ¿Quién proyecta una buena imagen comunicativa y persuasiva (imagen psicológica)?

10. ¿Quién puede sostener una entrevista periodística exigente con solvencia?

Hice estas diez preguntas a un grupo de personas y confirmé que, en época electoral, los ciudadanos se comportan como electores electrones: impredecibles, contradictorios, contraintuitivos.

Andrés Gómez Vela es periodista y abogado

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Encontrados con Gonzalo Rivera