El modelo extractivista en Bolivia ha profundizado la crisis ecológica y acentuado las desigualdades socioeconómicas en las comunidades más vulnerables, especialmente las indígenas y rurales. Así lo revela el informe de Oxfam, “A fuego y mercurio: Crisis ecológica y desigualdades en Bolivia”, que examina los efectos de la minería, la agroindustria y la ganadería en el país. Además, destaca cómo estas actividades impactan desproporcionadamente en las poblaciones marginadas.
Oxfam, en el informe, advierte que Bolivia enfrenta una grave degradación ambiental, agravada por la expansión de las actividades extractivas. Aunque el país cuenta con marcos normativos para promover el desarrollo sostenible, la brecha entre las políticas y su implementación permite que la minería, la agroindustria y la ganadería continúen destruyendo ecosistemas esenciales. Este deterioro perpetúa un círculo vicioso: mientras el ambiente se degrada, las comunidades rurales, ya empobrecidas, pierden sus oportunidades de desarrollo.
La crisis climática, evidenciada en fenómenos como sequías e inundaciones más frecuentes, ha incrementado la vulnerabilidad de estas poblaciones. En este contexto, la desigualdad estructural se agrava, y las respuestas gubernamentales son insuficientes para mitigar los impactos ambientales y socioeconómicos.
Expansión agrícola
En el informe se resalta la expansión de la frontera agrícola como una de las principales preocupaciones. Las políticas gubernamentales fomentan la conversión de tierras forestales en áreas de cultivo, lo que genera conflictos por el uso del suelo en zonas tradicionalmente habitadas por comunidades indígenas.
El investigador de la Fundación Tierra, Efraín Tinta, subraya que la expansión agrícola es clave en este proceso. Bolivia pasó de tres a más de diez millones de hectáreas cultivables, lo que ha afectado gravemente a las comunidades indígenas en departamentos como Santa Cruz y Beni. Según Tinta, los asentamientos de nuevos grupos campesinos, promovidos por el gobierno, desencadenan la deforestación masiva que pone en riesgo la biodiversidad y los modos de vida tradicionales.
El investigador destaca que esta expansión descontrolada es particularmente perjudicial en zonas protegidas, como la concesión forestal Guarayos, donde la falta de control institucional permite que campesinos y grandes propietarios continúen deforestando sin restricciones. Los incendios forestales, vinculados a estas actividades, devastan áreas clave para la biodiversidad y las comunidades locales.
Minería aurífera
El impacto de la minería, especialmente la aurífera, también es devastador. El informe detalla cómo la minería de oro ha crecido exponencialmente en las últimas dos décadas, generando no sólo disparidades económicas, sino también graves problemas de salud pública y contaminación ambiental debido al uso indiscriminado de mercurio. Este metal tóxico contamina ríos y suelos, lo que afecta a las comunidades indígenas que dependen de estos recursos.
El documento advierte que los niveles de mercurio en la sangre de los habitantes de estas regiones son alarmantes, lo que supone una seria amenaza para la salud y la seguridad alimentaria. Tinta sostiene que, si no se regula adecuadamente, el modelo extractivista minero continuará siendo un factor clave de desigualdad y destrucción ecológica.
Mujeres indígenas
Oxfam también pone el foco en las mujeres indígenas, quienes sufren los impactos de la crisis ecológica de manera diferenciada debido a su género. A menudo excluidas de las decisiones comunitarias sobre el uso de los recursos naturales, son las más afectadas por los efectos del cambio climático. La deforestación y la degradación de los ecosistemas limitan su acceso a recursos esenciales, como el agua y la tierra, lo que agrava su vulnerabilidad.
No obstante, la Fundación Tierra destaca que las mujeres asumen un rol más activo en la defensa de sus comunidades y recursos. Ante la migración masculina en busca de mejores oportunidades, las mujeres se quedan al frente de sus hogares, liderando iniciativas para proteger sus tierras y resistir las presiones del extractivismo.
Cambio de modelo
El informe “A fuego y mercurio” concluye que Bolivia necesita un cambio de modelo de desarrollo. Para avanzar hacia un futuro más justo y sostenible, es imprescindible reducir la dependencia del extractivismo, regular de manera efectiva las actividades mineras y agroindustriales y promover la participación activa de las comunidades en la toma de decisiones.
Las políticas actuales, que priorizan la expansión agrícola y la explotación de los recursos naturales, sin considerar los derechos de las comunidades indígenas ni el impacto ambiental, perpetúan las desigualdades existentes. Bolivia, uno de los países más biodiversos del mundo, enfrenta una encrucijada: detener la destrucción ambiental y promover un desarrollo inclusivo o continuar hacia una crisis socioambiental irreversible.
///LOS TIEMPOS///
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