Por: Pedro Portugal Mollinedo
Andrés Soliz Rada, notorio defensor de los recursos naturales de Bolivia y uno de los promotores de la nacionalización de hidrocarburos en este país, fue uno de los que tempranamente alertó sobre la deriva del pachamamismo en el gobierno del MAS.
No se puede reprochar a Soliz Rada haber desconocido la gravitación de las estructuras de relación internacionales en la gestión estatal de un país o haber ignorado el sentir y anhelo de los sectores populares en Bolivia. Su función como periodista y corresponsal de varias agencias internacionales de información y su pertenencia a equipos de redacción de medios internacionales lo mantenían al corriente de la actualidad mundial. Por otro lado, su vinculación con Jorge Abelardo Ramos, animador de la corriente política e ideológica denominada Izquierda Nacional y, principalmente, su ejercicio como senador y diputado por el departamento de La Paz por el partido Conciencia de Patria, CONDEPA, lo vinculaban con las verdaderas aspiraciones y afanes de las organizaciones y sectores de base.
Soliz Rada tempranamente criticó al entonces vicepresidente García Linera en su calidad de ideólogo de lo plurinacional. Percibía esa actitud como debilitadora de la soberanía nacional y demagógica pues –preocupado como era por el tema de los recursos nacionales– le era difícil conciliar el control estatal de los recursos naturales con una política de autonomías indígenas, la cual, para honrar su nombre, debería otorgar el señorío de los indígenas sobre las riquezas en su autónomo territorio.
Conocedor del poder discrecional de las ONG, Andrés Soliz Rada las culpaba de introducir irresponsables experimentos en el país, amparadas en la débil conciencia nacional y la inanidad de las “elites” criollas. En efecto, las ONG tuvieron su Edad de Oro en Bolivia, en la que dirigieron a su antojo la visión de país según su propio capricho. Respecto a la plurinacionalidad, la más influyente de entre ellas, CIPCA, culminó la maña de introducir en una organización indígena, la CSUTCB de los años 80, el concepto de plurinacionalidad, para presentarla luego como propuesta propia de los indígenas y conceptualizarla en seguida como proposición política el año 1987 en el libro “Repensado el País”, que sirvió de guía al gobierno de Sánchez de Lozada y luego al de Evo Morales.
Pasado el tiempo, la política plurinacional del MAS quedó como libreto sin ejecución real. Sufrió la misma suerte que otras disposiciones, como la de la Justicia Indígena: Lirismo rimbombante, luego sosegado por limaduras legales (en el caso de la Justicia Indígena, la Ley de Deslinde Jurisdiccional) o por la indiferencia del Estado y de los propios “beneficiarios”.
En los hechos no hay plurinacionalidad y si el MAS quiere inaugurar un nuevo ciclo político, debería despojarse también de ese lastre. Situación complicada y difícil –por razones obvias– para el actual partido de gobierno. Innovar una propuesta nacional debería ser emprendimiento natural y más fácil para la oposición. Sin embargo, ella no parece dispuesta a asumir ese postulado, sin contar con el apoyo de hechos concretos que la sostengan y amparada solamente en su dependencia ideológica hacia los modelos que vienen “de fuera”. Posicionamiento comprensible si tomamos en cuenta que la plurinacionalidad y autonomías en la formulación que conocemos es una propuesta liberal de países “civilizados e industrializados” de Occidente. Los gérmenes de la plurinacionalidad como política de Estado los sembró el gobierno neoliberal de Sánchez de Lozada, sin que pese sobre él sospecha de populismo izquierdista, de estatismo socializante o de Tercer Mundismo militante.
Este aprieto no pasa inadvertido para algunos teóricos, como el sociólogo Henry Oporto, quien plantea la cuestión en términos de gobernabilidad: Bolivia es un país fracturado política e ideológicamente, pero sobre todo social y territorialmente. Por tanto, la tarea del momento es la de completar la construcción del Estado-nación. El tema está también planteado en la arena de las propuestas políticas. Son varias las organizaciones en gestación que plantean el tema republicano bajo el concepto de Tercera República. Indudablemente, este será un tema de definición conceptual y práctica en los tiempos previos a las elecciones del 2025.
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